Etiopía: Hambre y miedo siguen haciendo estragos en Tigray

 Sacerdote católico a ACN: “Necesitamos ayuda física y espiritual”

Prevalece la situación de grave emergencia humanitaria como consecuencia del conflicto político entre el gobierno nacional y el partido nacionalista Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT), que estalló el pasado mes de noviembre y derivó en una brutal y sangrienta intervención militar por parte de las tropas federales del gobierno etíope y tropas aliadas eritreas en la región de Tigray, en el norte de Etiopía.

“El hambre y el miedo están haciendo estragos. La situación actual sigue siendo una guerra devastadora, que se desarrolla en casi toda la región de Tigray”, cuenta un sacerdote etíope desde la región norte del país a la fundación internacional Aid to the Church in Need (ACN).  Por motivos de seguridad ACN prefiere no citar el nombre del sacerdote.

El mayor desafío para la gente es que “no hay libre movimiento”, como resultado: “no hay servicios públicos oficiales, no hay suficiente comida, no hay medicamentos, no hay seguridad, ni confianza”.

Durante la conversación telefónica, que la fundación ACN pudo mantener con él después de haber estado durante cinco meses totalmente incomunicado con el exterior, insiste que “la situación está empeorando por momentos” y que “la gente está al límite”. Especialmente los niños y los huérfanos sufren desnutrición y abandono. También relata de madres que “acuden a pedir ayuda porque han perdido a sus hijos y no saben dónde están”. “Me faltan las palabras para describir el sufrimiento: Hay mucha desesperación, la gente está traumatizada”. “La mayor parte del Tigray está todavía sin internet y si lo hay sólo funciona a ratos. La electricidad es escasa”, explica el sacerdote – de hecho, la conversación con ACN se corta varias veces.

Etiopía: Hambre y miedo siguen haciendo estragos en Tigray.
Etiopía: Hambre y miedo siguen haciendo estragos en Tigray.

Sin indicar el lugar exacto donde vive, para evitar represalias, el sacerdote confirma que en los meses pasados “los tres párrocos de su zona fueron amenazados y golpeados, las propiedades de las parroquias fueron saqueadas en su totalidad por soldados y cientos de personas fueron brutalmente masacradas.”

A pesar de todos esos desafíos “la Iglesia nunca dejó de hacer su trabajo”, cuenta. Ella sigue “cuidando a sus ovejas con el debido cuidado y precauciones, por ejemplo al elegir el tiempo y el lugar para las reuniones, porque sigue siendo peligroso moverse”.

A pesar del gran sufrimiento y miedo por el que atraviesa la población en Tigray, el sacerdote prepara con sus fieles la llegada de la Pascua, que la Iglesia católica etíope – al igual que la ortodoxa – celebra siguiendo el calendario de rito oriental el 2 de mayo. En medio del dolor, el sacerdote quiere recordar a sus fieles que “Dios es fiel a sus promesas, a sus santas palabras y a su infinito amor por la humanidad, a la que creó a su semejanza e imagen. Dios es amor, aunque sus misteriosos caminos están más allá de nuestra comprensión. Lo que es oscuridad para la humanidad, podría ser luz para Él. Lo que a nosotros nos parece una muerte real, para Él podría significar la vida eterna”.

El sacerdote conoció a la fundación ACN cuando trabajaba de misionero en zonas muy remotas. Durante sus años de misionero, en el sur del país, trabajó por la reconciliación entre grupos étnicos enfrentados. También ahora, en el norte de Etiopia, después de todos los horrores que han sufrido desde noviembre del 2020, es necesario hablar a las personas de reconciliación y perdón.  Sin embargo, el sacerdote apunta que las razones del conflicto y la violencia son totalmente diferentes: “El entorno, la mentalidad, la cultura de las personas donde estaba de misionero en el sur eran totalmente diferentes. Allí, mi gente eran pastores que nunca tuvieron la oportunidad de una educación formal, nunca habían oído hablar de Jesucristo antes y vivían adorando a los ídolos, confinados a sus creencias culturales ancestrales. Conocer a Cristo les llevó a entenderse mejor”.

Tigray, en el norte, es una de las regiones más desarrolladas del país con una historia de casi 2000 años de cristianismo: “Nuestro problema en el norte es que empezamos a ser autosuficientes y nos olvidamos del Dios verdadero. Si sacamos a Dios de nuestras vidas, llega la muerte y eso es lo que está sucediendo ahora. Es un camino totalmente diferente. Necesitamos convertirnos, regresar al Dios verdadero que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros. Solo así habrá reconciliación.”

Su sueño es trabajar para lograr eso, su camino lo explica en pocas palabras: “Crear un proyecto de desarrollo de la juventud, ya que la juventud es la columna vertebral de toda la transformación de la sociedad, tanto espiritual como económicamente.  La reevangelización comienza por las familias. Hay que empezar formando a los jóvenes.”

A pesar de las grandes dificultades para entrar en la zona de conflicto y la comunicación con la región, la fundación ACN está apoyando con estipendios de misas a los sacerdotes de la eparquía de Adigrat, que cubre todo el territorio de la región de Tigray. Hablando de esta ayuda, el sacerdote da las gracias a los benefactores de ACN: “Continúen rezando y ayudándonos. Necesitamos ayuda física y espiritual. Dada la difícil situación que vivimos, la Iglesia está llamada a operar en este momento crítico más que nunca. Muchas gracias por su solidaridad y sincera preocupación en este tiempo tan dramático.”

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