Europa

El acontecimiento más determinante en 2022 fue el ataque de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022. La guerra que ello desencadenó ha influido enormemente en el trabajo de la Iglesia y de nuestra organización, ya que, en Ucrania, lo que está en juego es la mera supervivencia de sus habitantes. Nada más comenzar la guerra, numerosos conventos y comunidades eclesiales abrieron sus puertas a las personas necesitadas y en busca de refugio. Por eso, ACN puso en marcha inmediatamente medidas de ayuda para la Iglesia del país.

Mapa de Europa

Antes de la guerra, el foco de nuestra ayuda a la Iglesia en Europa del Este estaba puesto en la eliminación de las secuelas del comunismo y en hacer frente a la pandemia. No obstante, para la Iglesia en Ucrania la situación se ha agravado considerablemente desde el comienzo de la guerra. Porque, además de la destrucción de edificios e infraestructura y del gran número de personas desplazadas que buscan refugio en la Iglesia, el fuerte aumento de los precios –sobre todo de la energía– ha causado grandes dificultades a las comunidades eclesiales y a los conventos.

Habitantes refugiados en el sótano del instituto católico de enseñanza de Ivano-Frankivsk, Ucrania, tras una alarma antiaérea.
Habitantes refugiados en el sótano del instituto católico de enseñanza de Ivano-Frankivsk, Ucrania, tras una alarma antiaérea.

La guerra hace que la Iglesia en Ucrania se enfrente a grandes dificultades

En el año 2022 ayudamos a la Iglesia de Ucrania con un total de 9.5 millones de euros. Pero la Iglesia católica también necesita ayuda urgente en otras regiones de Europa del Este, sobre todo en aquellas en las que representa a una minoría, como es el caso de Rusia. A este respecto, los subsidios para el sustento de religiosas y los estipendios de misas para sacerdotes siguen estando entre nuestras prestaciones de ayuda tradicionales. También financiamos renovaciones necesarias de edificios de la Iglesia, y facilitamos vehículos a sacerdotes y monjas que desempeñan su labor en zonas de gran extensión. Pero también en los países del norte de Europa, donde los católicos son solo una pequeña minoría, puede la Iglesia seguir contando con nuestra ayuda.