En sus escritos personales, la Santa Madre Teresa de Calcuta narra: “Una vez hablé con un sacerdote sobre las amistades que nos alejan de Dios. Él me confesó: ‘Madre, para mí, Jesús lo es todo. No tengo tiempo ni espacio para otros apegos’. Para mí, esa fue la explicación del hecho de que ese sacerdote condujera a mucha gente a Dios, pues siempre estaba unido a Él”.
Es el secreto de los santos: siempre están unidos a Dios, y en el espíritu de esta relación realizan obras de misericordia. San Luis Orione, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, fue, como decía el Papa Juan Pablo I, “un estratega de la misericordia”. Se veía a sí mismo como un “servidor
de la Divina Providencia”. No preguntaba mucho, actuaba. Su lema era: “No preguntes quién es, qué es o si cree. Solo pregunta por su dolor”. Con este espíritu fundó orfanatos y escuelas de formación profesional, pues opinaba que el futuro de los jóvenes abandonados dependía de su educación. Con este espíritu, la congregación de San
Luis Orione dirige desde hace más de veinte años misiones para centenares de familias católicas en Bardhaj, en el norte de Albania, al pie de las montañas de la Diócesis de Shkodra.
Tras el fin de la dictadura comunista de Enver Hoxha, bajaron de las alturas de las escarpadas montañas, donde se habían escondido de los esbirros del régimen ateo, al valle, harapientos, demacrados, sin educación escolar pero con Dios en sus corazones. Tres misioneros, el P. Rolando, el P. Dorian y el P. Giuseppe, se ocupan de las cuatro mil almas, y también están a cargo de cuatro misiones en la zona montañosa, a las que es imposible llegar sin un vehículo todoterreno. “Conducimos unos 400 kilómetros a la semana”. No preguntan, actúan. Alivian el dolor con medicamentos, sacian la sed de conocimiento con la catequesis, satisfacen el con pan y el anhelo con la oración. Llevan a Dios a las personas y a las personas a Dios. De los casi tres millones de albaneses, el sesenta por ciento son musulmanes, mientras que los católicos representan alrededor del diez por ciento.
Han preservado su fe durante las décadas de la dictadura atea, y una de ellas fue la Madre Teresa de Calcuta, que se fue pronto a la India. Muchos católicos apenas conocen el Catecismo, y en sus aldeas de montaña esperan la llegada de los Padres Rolando, Dorian y Giuseppe. Cuando tardan más de lo habitual con las carreteras que no merecen ese nombre, temen que el viejo todoterreno se haya averiado de nuevo, como ha ocurrido con frecuencia en los últimos años. Pero sin el coche, la misión prácticamente se paraliza y eso sería doloroso para muchos. Nosotros hemos prometido 14.000 euros para un coche nuevo.