Así vivirán estas fiestas los cristianos y las familias desplazadas de Marmarita y Homs
Siria es una tierra en la que se convive todavía con el dolor y con la muerte. Aunque la guerra que azota el país desde 2011 ya no es apenas noticia en los grandes medios de comunicación, la población sigue haciendo frente a la destrucción, la falta de alimentos, medicamentos y a la emergencia humanitaria.
Muchas familias están viviendo en su propia carne el sufrimiento de vivir sin una casa propia, como ocurrió con la Sagrada Familia de Nazaret en Belén, donde no encontraron posada y pasaron la noche en un establo. En el pueblo de Marmarita, en la región siria conocida como Valle de los Cristianos, viven miles de personas desplazadas por la guerra. Como el matrimonio de Elias Ghattas y Lina Salloum para los que la Navidad ya no es como era antes: “No hay tanta felicidad y alegría, y menos en familias como la nuestra, desoladas por la pérdida de nuestros seres queridos. Nosotros tenemos a un hijo en el ejército y nuestro mayor regalo sería que volviera a casa y no tuviera que marcharse más”.
Majd Jallhoum es una joven voluntaria en el Centro de San Pedro de la Iglesia católica melquita de Marmarita, que ayuda a personas como Elias y Lina, recuerda las primeras navidades después del comienzo de la guerra cuando “no podíamos celebrar nada. Nos costaba la idea de cenar juntos, brindar, decorar la casa… mientras estaban muriendo personas a nuestro alrededor”.
Majd lleva ya más de 7 años desplazada. “Llegamos aquí desde Damasco, donde huimos en un primer lugar. De allí tuvimos que volver a huir por los combates que se cernían sobre la capital y llegamos al Valle de los Cristianos”. Esta es la realidad de otros muchos desplazados, que han tenido que buscar refugio y enfrentarse a la huida en varias ocasiones.
“Cuando llegamos al Valle de los Cristianos, nos dimos cuenta de que aquí sí se celebraba la Navidad con entusiasmo, las calles se decoraban con luces y se ponían árboles de Navidad en las plazas. Entonces volví, junto con mi familia, a celebrar el Nacimiento de Jesús”, continúa Majd. “No es igual a como lo celebrábamos en Homs, donde había mucha más alegría, se ponía un gran árbol en una plaza del Viejo Homs y se tiraban fuegos artificiales. Era muy bonito, todo decorado con luces”.
El padre Walid Iskandafy, párroco de la parroquia de San Pedro de Marmarita y director del Centro de San Pedro que atiende a las familias desplazadas, describe la gran expectación que hay entre los desplazados: “Algunos que no han podido celebrarla durante años, aquí se contagian de la alegría que viven los oriundos. Están todo el año esperando a estas fechas”
Según el sacerdote la celebración navideña es similar a la de otras partes de Siria y de Oriente Medio. “Se pone el belén y el árbol de Navidad en las casas. Las familias tratan de vivir estas fechas todos juntos, padres, tíos, primos, abuelos. Van juntos a la Misa del Gallo y a la Misa de Navidad y se felicitan unos a otros las Pascuas, también a amigos y vecinos. Se hacen visitas por las casas y se comparten dulces típicos navideños”.
No muy lejos de Marmarita, a una hora de viaje en coche tras pasar numerosos controles militares, está la ciudad de Homs. Allí la comunidad cristiana se concentra en un barrio histórico conocido como Viejo Homs. Esta zona está aún muy dañada por los combates que se desarrollaron con intensidad especialmente entre 2012 y 2014. Entre los cascotes de los bombardeos poco a poco se vuelven a poner en pie las casas y las iglesias.
La familia Houdaib es una de las que celebrará la Navidad de nuevo en su casa recién reconstruida, gracias al apoyo de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada. “Vamos a festejar la Navidad con mucho ánimo, en nuestra casa, por fin”, afirma Evon Hajjar, madre y abuela de la familia. “No vamos a poder poner el árbol de Navidad porque es muy caro conseguir uno, los precios se están altísimos por la grave crisis económica que vivimos”, asegura Marwan, hijo de Evon, “pero para nosotros es un enorme regalo el estar de nuevo juntos en casa”.
Los Houdaib irán esta Nochebuena a la Catedral católica melquita de Nuestra Señora de la Paz, que también ha sido reconstruida e inaugurada con el apoyo de ACN. Desde allí felicita la Navidad el arzobispo melquita de Homs Mons. Jean-Abdo Arbach: “Queremos la paz para Siria y para todos vuestros países. Pido a Dios por la paz en todo el mundo y para que la guerra termine. Deseo que todos los hombres se amen, porque si nos amamos, habrá paz. Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo.”
Los cristianos de Siria han sufrido mucho en la guerra. Como minoría religiosa en un país predominantemente musulmán, han sido y siguen siendo un objetivo fácil y chivo expiatorio de grupos yihadistas – como Daesh o Al Qaeda. Según datos de la Iglesia local, los cristianos de Siria han pasado de ser 2,5 millones a cerca de 700.000 en los últimos años.
En medio de este sobrevivir diario se festeja la Navidad. Donde el desenfreno consumista no tiene razón de ser, las luces del árbol y el belén se convierten en un signo de auténtica salvación. Dios ha nacido y está en medio de su pueblo, sufriendo con el que sufre y llevando la esperanza a un mundo donde se anhela el mensaje redentor: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.