Los desplazados cristianos de la región de Erbil siguen necesitando ayuda. Mientras tanto siguen albergando la esperanza de retornar a sus pueblos en los próximos meses.
Entrevista con Mons. Bashar Matti WARDA CSsR, Arzobispo caldeo de ERBIL, realizada por la fundación pontificia ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’ respecto a la actual situación de las familias cristianas de Erbil, que fueron expulsadas por el Estado Islámico de Mosul y la llanura de Nínive en verano de 2014.
Ayuda a la Iglesia Necesitada: ¿Podría describir el contexto y la situación general actuales de los desplazados en Erbil?
Arzobispo Bashar Matti WARDA: En la actualidad, todavía hay más de 10.000 familias desplazadas cristianas en la región de Erbil. Muchas de ellas todavía albergan la esperanza de regresar a sus casas de la llanura de Nínive, pero, para la mayoría, la situación es muy incierta porque el conflicto en la región no ha cesado y porque ni el Gobierno central de Bagdad ni el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) han implementado un plan de seguridad firme. En estos momentos tampoco existe ni un plan ni apoyo para la reconstrucción de estos pueblos por parte del GRK ni del Gobierno central de Bagdad. Por tanto, los desplazados de la región de Erbil afrontan dos importantes obstáculos: la falta de seguridad y la falta de infraestructuras civiles. En este contexto, la mayoría de los desplazados no están dispuestos a regresar a sus pueblos de origen, especialmente, a los del sector de Nínive, que incluye Qaraqosh y está controlado por los iraquíes.
La situación del sector controlado por los kurdos, que incluye las localidades de Teleskof, Batnaya y Baqova, es algo mejor en lo relativo a la seguridad, por lo que el retorno a ellas está comenzando. No obstante, estos regresos dependen totalmente de iniciativas privadas para la reconstrucción, y esta circunstancia determina el ritmo del retorno.
ACN: En relación con la situación económica de las familias, ¿cómo son sus condiciones de vida? ¿De qué carecen principalmente?
Arzobispo Warda: Casi todas las familias de desplazados carecen de trabajo o mantienen oficialmente sus antiguos empleos en el sector público, pero sin recibir por ello un salario significativo. Los trabajos que desempeñan son mayoritariamente autónomos, consistentes en la venta ambulante, casi siempre sin los permisos correspondientes. En la mayoría de los casos, los que tenían ahorros al inicio del conflicto se los han gastado casi en su totalidad en los últimos tres años, por lo que contamos con un aumento de la necesidad económica y humanitaria en los próximos meses. Los ámbitos en los que necesitan más urgentemente ayuda siguen siendo los de alojamiento, víveres y medicinas.
¿Por qué no tienen trabajo? Y, si encuentran uno, ¿cómo logra sobrevivir con su salario, en caso de que lo perciban?
La mayoría de los desplazados carecen de un empleo oficial debido tanto a la crisis económica provocada por la guerra como a la discriminación de la que son objeto en el mundo laboral. Mientras que algunos desplazados han mantenido el puesto en el sector público que ostentaban en sus localidades de origen, casi siempre solo lo conservan sobre el papel y sin remuneración significativa, debido a la crisis económica y la disfunción en el Gobierno de Bagdad. Los desplazados que son capaces de obtener un trabajo suelen recibir salarios inferiores a los mil dólares estadounidenses al mes, lo cual es mucho menos de lo que necesita una familia para alquilar una vivienda y cubrir los gastos de comida, medicinas y demás.
¿Podría describir la situación de los niños y jóvenes?
Gracias al extraordinario compromiso de la Iglesia, ha sido posible construir escuelas para afrontar las necesidades de los niños desplazados a edades tempranas y respecto a la escuela primaria, mientras que respecto a la escuela secundaria todavía hay graves carencias tanto de profesores como de edificios. El acceso a la universidad para los desplazados sigue siendo difícil y muchos estudiantes se han visto obligados a aplazar sus estudios. Este es un problema específico de los desplazados, pues en las universidades del Kurdistán iraquí se suele utilizar el kurdo en la enseñanza, y pocos estudiantes desplazados lo dominan. La Universidad Católica de Erbil, de reciente creación y donde se enseña en inglés, ha intentado abordar este asunto mediante becas para los desplazados, pero necesitan más fondos para ampliar esta ayuda.
¿Cuál es la situación de la gente mayor?
La situación de la gente mayor es ciertamente mala. En muchos casos, los ancianos han sido abandonados por sus hijos, que han abandonado el país. En casi todos estos casos, la gente mayor solo recibe ayuda de la Iglesia. La Archidiócesis de Erbil ha realizado esfuerzos en repetidas ocasiones para encontrarles alojamiento y ofrecerles una asistencia apropiada, pero no ha sido posible prestar una ayuda significativa por el énfasis puesto en las necesidades básicas de la población en general. Como muchos de estos ancianos carecen de una familia que los apoye, contamos con que esta difícil situación continúe incluso después del retorno de los desplazados a Nínive.
¿Cuántas personas/familias se beneficiarán de la ayuda alimentaria? Y entre estas, ¿cuántos son niños, ancianos o enfermos?
La situación de los desplazados sigue fluctuando, pero, según las estimaciones actuales, al menos 10.000 familias desplazadas de la región de Erbil necesitan ayuda alimentaria, y más de la mitad de estas personas son mujeres, niños y ancianos. En relación con los enfermos no disponemos de cifras seguras, debido a la falta de coordinación entre los centros médicos, pero sabemos por las clínicas gestionadas por la Archidiócesis de Erbil que existe un alto índice de enfermedades crónicas, sobre todo entre los mayores, y que dicha situación se debe en la mayoría de los casos al estrés y la situación material relacionados con su condición de desplazados.
¿Cómo describiría la situación típica de una familia que necesita este tipo de ayuda?
Por lo general, las familias desplazadas carecen de trabajo o de suficientes ingresos regulares. Suelen ser padres con hijos y, en muchos casos, con abuelos que también viven con ellos. Como ya dije, hay un creciente número de desplazados de edad avanzada que ya no tienen familiares que los apoyen. En general, los desplazados viven o bien en el campo de desplazados Ashti 2 o en viviendas compartidas por 2 a 4 familias, en cuyo caso reciben una ayuda al alquiler del programa de asistencia de la archidiócesis.
¿Cómo se sienten los desplazados de Erbil en estos momentos, ahora que sus pueblos de la llanura de Nínive han sido liberados? ¿Cómo es su estado de ánimo, qué esperan y qué quieren saber?
Los sentimientos y la actitud de los desplazados varían en función del pueblo del que procedan y de su situación económica. Los desplazados originarios de los pueblos del sector kurdo son más optimistas debido al progreso de las medidas implementadas para su regreso, al claro liderazgo eclesial y a la estructura de seguridad que existe allí. Los desplazados cuyas casas están en el sector iraquí –el 70% de la población desplazada cristiana– viven atenazados por la incertidumbre y el temor, porque sus pueblos han sido técnicamente “liberados”, pero la situación política sigue siendo incierta y la situación, muy peligrosa. Estas personas están muy preocupadas respecto a la viabilidad a largo plazo de su regreso a sus pueblos y respecto a la posibilidad de recuperar su vida anterior. Al mismo tiempo, al ver que no obtienen ayuda a este respecto, empiezan una nueva vida en otro lugar, ya sea en el Kurdistán iraquí o en el extranjero.
Quiero dejar claro que la Iglesia y especialmente la Archidiócesis de Erbil mantienen un estrecho contacto con los desplazados, independientemente de la Iglesia a la que pertenezcan. Esto es así porque la archidiócesis ha gestionado todos los programas de alojamiento, víveres y médicos desde el inicio de la crisis. Estos desplazados esperan a las puertas de la archidiócesis cada día. En general, aquí reina un constante temor en relación con la incertidumbre que todavía afecta a todo en toda la región. Ellos saben que la Iglesia está ahí para ellos en esta situación de incertidumbre, pero también saben que la Iglesia no puede hacerlo todo. En cuanto a su fe, esta se mantiene firme en medio de la persecución que los rodea. Como no reciben más ayuda que la de las organizaciones eclesiales, los desplazados cristianos se siguen sintiendo abandonados por los Gobiernos (tanto el iraquí como los extranjeros) y por las principales organizaciones humanitarias internacionales.
¿Cómo ve usted el estado mental general de los desplazados? ¿Hay muchas personas traumatizadas? ¿Qué significa esto para las familias?
El estado mental y los traumas de los desplazados son un problema aparte. Los trastornos de estrés postraumático son muy evidentes en las personas que han vivido la violencia en primera persona, y entre los adultos alcanzan niveles extremadamente altos la depresión y la ansiedad. A la hora de tratar a los que sufren estas dolencias no solo nos encontramos la falta de medios para el tratamiento psiquiátrico y psicológico, sino también la renuencia cultural a admitir cualquier tipo de debilidad mental. La larga duración del conflicto ha empeorado esta situación, por lo que nos preocupa mucho el daño a largo plazo que sufrirán los desplazados.
Por otro lado, su fe ha permanecido muy firme a pesar del sufrimiento, ¿verdad? ¿Cuáles son sus esperanzas y sueños en esta situación?
En relación con su fe cristiana, no cabe duda de que la persecución que han experimentado los desplazados ha fortalecido su fe. Esto lo comprobamos día a día. Al ver amenazada su fe, que corre peligro de ser exterminada, la gente ha empezado a valorar su importancia en sus vidas de una forma mucho más profunda. Por tanto, su fe sigue siendo firme e incluso se ha visto fortalecida.
En cuanto a sus esperanzas, estas giran principalmente en torno al bienestar de sus hijos y son las mismas que las de cualquier otra persona en el mundo. ¿Estarán seguros? ¿Recibirán una buena educación? ¿Podrán encontrar trabajo? ¿Tendrán una comunidad de la que formar parte? La mayoría de los desplazados albergan la esperanza de que esto todavía sea posible en Iraq, pero en estos momentos su principal preocupación es mantenerse seguros y sobrevivir hasta que la situación se aclare.