INDIA: Un amor que no se jubila

Han dedicado su vida a Dios y a lo demás, siguiendo una llamada que les ha pedido mucha renuncia. Son siete sacerdotes que hace décadas dejaron atrás su hogar en el sur de India para ir a la misión al norte del país. A miles de kilómetros de distancia, tanto en el mapa como en la fe, estos sacerdotes no cambiaron de país pero sí de idioma y costumbres en ese vasto y riquísimo país que es India. Ahora viven en una pequeña casa para sacerdotes ancianos. Pero si el cuerpo se ha resentido con los años, no así su espíritu. Siguen queriendo encarnar lo esencial de su llamada: servir a la gente hasta el momento de su muerte.
“Mi misión ha sido y es sufrir con Cristo”  así resume padre Joseph Mattathilani una vida marcada por enfermedades gravísimas, como una tuberculosis en el cerebro. “Me quede paralizado por meses y una vez me dieron 3 días de vida”. Transmite paz y serenidad a pesar de su frágil salud. “Mi madre murió cuando yo era un niño. Nuestra Señora fue la que me cuidó y también la que me llevó a la vocación sacerdotal. Yo quería dar la vida por la gente. El milagro ha sido recibir tanto cariño de tantas personas
Así mismo, con alguna dificultad para hablar, el padre George Theruvan cuenta de otros sufrimientos. A sus 87 años recuerda vivamente uno de los ataques a la misión, cuando guerrilleros le pusieron una pistola en la sien y el padre Georges pensó que había llegado su último momento. “Me puse a rezar y le ofrecí mi vida a Dios pidiendo paz para este momento. Fueron dos horas terribles. Pero después de destrozar todo se fueron. No todo el mundo nos recibía con los brazos abiertos, muchas veces había que empezar de nuevo, pero todos podemos decir que ha merecido la pena y que hemos recibido muchísimo afecto y gratitud de la gente sencilla.”
“Íbamos de un lugar a otro pasando cada noche en un pueblo, allí explicábamos el evangelio y celebrábamos los sacramentos,” rememora el padre Sebastian Puthenpura. También el cuenta los comienzos de su labor misionera. El sacerdote, que acaba de cumplir 85 años, descubrió pronto “que el trabajo sería en vano sino educábamos a las mujeres. La Iglesia no se puede desarrollar sin las que serán los pilares del futuro de la sociedad: las madres.” No fue fácil en esos días convencer a los padres para que llevaran a sus hijas al colegio, ni  lo sigue tampoco ahora, en las zonas rurales y pobres del Estado de Bihar.  El sur de India tiene siglos de tradición cristiana mientras que en la región de Bihar la archidiócesis de Patna celebrará su primer centenario en el 2019.
Pero “siempre y para todo me apoyé en el Señor”. Incluso en épocas donde las dificultades culturales se vieron aumentadas por la inestabilidad de la zona, porque había terroristas y bandas armadas. “Una vez fui a una aldea donde había once niñas y nadie quería mandarlas al colegio, les parecía peligroso. El colegio estaba vacío. Yo entonces me acordé de que San José fue el guardián del Niño Jesús, y se ocupó y cuidó de Él; así que puse el colegio bajo su cuidado. En dos meses había 400 niños”.
Con sus 90 años el padre Aloysius Sequeira es el más longevo del grupo. “Yo me hice sacerdote porque quería ser misionero. Para eso recorrí más de 3000 kilómetros (2000 miles)  para dar mi vida por la gente. Yo sabía que el resto lo pondría el Señor. Este año cumpliré los 60 años de sacerdotes y no me he arrepentido ni un día.”
Padre Sebastian vuelve a retomar el hilo de la conversación para contar que él tenía un buen trabajo y todo lo que le hubiera ayudado en el sur de India a tener una vida cómoda y feliz, hasta que un buen día escucho a un obispo del norte de India que hablaba de la misión y se preguntó “de que te sirve ganar todo el mundo si no tienes a Dios, todo es vano”. Lleno de vitalidad recuerda: “Fui a mi padre y le dije: voy a ser sacerdote, dejo el trabajo y me voy con el obispo. De eso hace más de 50 años y sigo ayudando en lo que puedo, sobre todo en las confesiones y me llaman del centro espiritual carismático también para que ayude porque no dan abasto.”
Muchos de ellos tienen problemas de salud, especialmente esos corazones parecen estar cansados después de haber luchado y querido tanto a la gente humilde y sencilla de tantos pueblos y áreas rurales de las diócesis de Patna y Buxar. Con los estipendios de misa que les llegan de la fundación internacional Aid to the Church in Need son capaces de cubrir algunos de los gastos médicos. Su agradecimiento para la fundación y todos los benefactores es inmenso: “Nosotros somos misioneros y estamos en primera línea pero vosotros nos apoyáis desde vuestros lugares de origen con vuestra oración y la ayuda que nos dais gracias a los estipendios de misa que nos llegan de la fundación. Así os convertís también en misioneros porque trabajamos juntos por la Gloria de Dios.”
ACN destina una parte importante de su ayuda a los sacerdotes de las zonas más pobres (sobre todo África y Asia) a través de las intenciones de Santas Misas, de las que se celebran según las intenciones de nuestros benefactores en torno a un millón y medio al año; una cada 22 segundos. Este apoyo como en la archidiócesis de Patna, representa un “ingreso” imprescindible, pues en muchas zonas pobres del mundo, los ministros de Dios no pueden contar con la ayuda de sus propios fieles, sino que, al contrario, deben sostener incluso económicamente al propio rebaño.

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