Día Mundial del Refugiado: Amenaza de hambruna por la persecución

Millones de personas en África Occidental necesitan ayuda

ACN estima que más de 15 millones de personas se encuentran actualmente desplazadas, la mayoría en los 12 países africanos identificados por el Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo como objeto de una persecución religiosa de severa a extrema. Grandes zonas agrícolas se vacían porque su población huye para salvar la vida. Huye de mercenarios con ánimo de lucro incitados por predicadores extremistas y armados por grupos terroristas transnacionales.

Mark von Riedemann, presidente del Comité Editorial del Informe sobre libertad religiosa en el mundo publicado por la fundación Aid to the Church in Need, ofrece más información sobre estas cuestiones apremiantes en una entrevista con Maria Lozano.

 

El 20 de junio es el Día Mundial del Refugiado designado por la ONU. Una de las principales preocupaciones es, tal y como identifica el reciente Informe sobre libertad religiosa de ACN, la relación entre el extremismo islamista y los desplazados internos en África. ¿Existe una relación clara entre ambos?

Según los últimos datos del Informe sobre libertad religiosa en el mundo de ACN, publicado en abril de 2021, grupos religiosos de 26 países del mundo sufren niveles de persecución entre serios y extremos, y casi el 50% de ellos -12 países- pertenecen a África.

Aunque son muchos los factores que intervienen, algo que preocupa mucho es el extraordinario crecimiento de los grupos yihadistas locales y transnacionales, que persiguen sistemáticamente a todos aquellos -musulmanes y cristianos- que no aceptan su ideología islamista extrema. Según un informe de enero de 2021 del ACSS (Centro de Estudios Estratégicos de África), en 2020 se produjo un aumento del 43% en la violencia de grupos islamistas en África. Los casi 5.000 sucesos denunciados en relación con estos grupos representan un nivel de violencia sin precedentes. El desplazamiento resultante de poblaciones que huyen de la violencia, ya sea como desplazados internos o como refugiados a los países vecinos, es muy preocupante.

Por ejemplo, solo en la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado, los incidentes ocasionados por la violencia de los extremistas islamistas en 2020 aumentaron un 129%, y más de dos tercios de los ataques se dirigieron contra civiles. En la actualidad, según la Organización Internacional para las Migraciones, hay más de 730.000 desplazados internos en las provincias de Cabo Delgado, Niassa, Nampula, Zambezia y Sofala como consecuencia del conflicto. Y la inseguridad sigue aumentando en escala, alcance y complejidad.

¿Quiénes son esos grupos yihadistas?

En muchos casos son mercenarios que buscan lucrarse o combatientes locales que persiguen intereses locales. Sin embargo, estos últimos, incitados por predicadores extremistas y armados por grupos terroristas transnacionales, comienzan a atacar a las autoridades estatales, al ejército y a la policía, así como a los civiles, incluidos los líderes de las aldeas, los maestros (que son amenazados por el plan de estudios laico) y los musulmanes moderados y cristianos.

La violencia es a menudo inimaginable. En la provincia de Cabo Delgado del norte de Mozambique, a principios de noviembre de 2020, quince niños varones y cinco adultos fueron decapitados con machetes por militantes islamistas durante un rito de iniciación para adolescentes. Estas masacres se produjeron después de un ataque masivo anterior, en abril de 2020, en el que se calcula que murieron 52 hombres tras negarse a engrosar las filas de los yihadistas. Como puede imaginar, la ferocidad de la violencia y la inseguridad resultante ha obligado a huir a poblaciones enteras.

 

¿Cuántos desplazados internos hay y cómo ha establecido ACN la relación entre la persecución religiosa y los desplazados internos?

Tras cruzar información del Centro de Supervisión de Desplazamientos Internos, su Informe Global sobre Desplazamientos Internos y la Matriz de Seguimiento de Desplazamientos de la Organización Internacional para las Migraciones, ACN estima que más de 15 millones de personas se encuentran actualmente desplazadas internamente, la mayoría en los 12 países africanos identificados por el Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo como objeto de una persecución religiosa de severa a extrema.

Las consecuencias sociales, económicas, políticas y religiosas de este desplazamiento para África y para la comunidad internacional son considerables, y si no se toman medidas, lo peor está por llegar.

 

¿Cuál cree que es el problema más grave resultante de esta persecución y este terror?

Quizá la preocupación más inmediata sea la hambruna. Según la ONU, el 30,5% de la economía del África Occidental es agrícola, y constituye la mayor fuente de ingresos y medios de sustento para el 70-80% de la población. La mayoría de los desplazados internos proceden de comunidades rurales; son campesinos expulsados de sus tierras por los ataques de militantes islamistas y grupos terroristas. El impacto de la violencia no se limita a la destrucción de infraestructuras, la pérdida de ganado y el desplazamiento de los agricultores de sus tierras, sino que además -debido a la inseguridad- les impide regresar para la cosecha. Esto, combinado con el aumento de los precios de los alimentos a causa de la pandemia del coronavirus, hace presagiar una futura hambruna provocada por el hombre en muchos de estos países. Según el Centro de Estudios Estratégicos de África, solo en Malí y Burkina Faso la violencia extremista ya ha provocado una inseguridad alimentaria que afecta a más de tres millones de personas.

¿Cuáles serán las consecuencias a largo plazo y qué consecuencias tendrá para la libertad religiosa?

Si no se controla, el ciclo de violencia, desplazamiento y hambruna seguirá degradándose, provocando ulteriores consecuencias a largo plazo como declive económico, inestabilidad política, profundas fisuras entre las comunidades étnicas y, finalmente, la destrucción del pluralismo religioso tradicional. Esta última preocupación es especialmente grave en áreas donde musulmanes y cristianos han convivido hasta ahora en paz.  Aunque musulmanes y cristianos sean igualmente víctimas de la violencia extremista, con la creciente radicalización islamista, los cristianos tienden a convertirse cada vez más en un objetivo específico de los terroristas, eliminándose así el pluralismo característico y religioso -y la armonía- de la región. Frustrados por la pobreza absoluta, los jóvenes, vulnerables al reclutamiento extremista, seguirán sintiéndose atraídos por el atractivo de la riqueza y el poder, prolongándose así la crisis. Al final, la combinación de estos factores forzará a la comunidad internacional a reaccionar, sobre todo por interés propio resultante de la creciente migración dentro de África y también hacia fuera de África. Esperamos que, a esta altura, no sea demasiado tarde para que las poblaciones locales recuperen una paz duradera.

 

¿Cuáles son los países más afectados por ello?

Aunque una de las peores situaciones, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), se da en la República Democrática del Congo, con casi 22 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda -la cifra más alta del mundo-, otra zona muy preocupante es Burkina Faso debido a la ferocidad de la violencia y al rápido aumento de los desplazados internos. Según la misma fuente, se trata de la crisis de desplazados de más rápido crecimiento del mundo. Así, en solo dos años, más de un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y, entre enero de 2020 y enero de 2021, las personas que necesitan ayuda humanitaria han aumentado hasta los 3,5 millones, lo que supone un incremento del 60% en un año.

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