Mozambique: Traumatizados y sin esperanza

La salvación comenzó con la Anunciación y el “Fiat” (hagasé …) de la Virgen. Esto fue para San José, al principio, una catástrofe, hasta que Dios le comunicó Sus planes en sueños. José obedeció y desempeñó un “papel central en la historia de la salvación”, como dice el Papa Francisco en su carta apostólica para el Año de San José (Patris Corde). San José nos recuerda en estos tiempos de pandemia “que todos los que están aparentemente ocultos o en ‘segunda línea’ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”.

Salvar de la desesperación: Campo de refugiados de Pemba.
Salvar de la desesperación: Campo de refugiados de Pemba.

Las Hermanas de la Anunciación de la Diócesis de Pemba, Mozambique, ocupan, como San José, la segunda línea, pero están entre los primeros que curan las heridas del alma y sanan los traumas que tanto ellas como el clero se encuentran repetidamente en el desempeño de la pastoral: las heridas las provocan la pérdida de seres queridos a raíz del terror de los islamistas, las posesiones perdidas por el desplazamiento o los desastres naturales y los planes de vida destruidos de los refugiados. Son personas que, a menudo, lo han perdido todo salvo la vida.

¿Cómo se trata a estas personas que vagan en la desesperanza? Hay 600.000 de ellas, más del veinte por ciento de la población del norte de Mozambique, y la mayoría no tienen más de veinte años de edad. ¿Cómo se cura la pérdida de la patria, de la identidad? ¿Cómo salvarlos de la desesperación que los conduce a la superstición?

LDedicación a los niños: Con las Hermanas, sus pequeñas almas encuentran paz.
Dedicación a los niños: Con las Hermanas, sus pequeñas almas encuentran paz.

La Hna. Aparecida y el Obispo Luiz Fernando Lisboa saben que los refugiados y desplazados también necesitan ayuda espiritual y psicológica, pero esto es algo que las religiosas, sacerdotes y colaboradores laicos deben aprender. En cursos intensivos de cuatro días se les transmiten conocimientos psicosociales y también aprenden a ayudar a los traumatizados y a infundir esperanza en las almas heridas. Por la pandemia, los grupos deben ser reducidos: en seis grupos de cincuenta participantes cada uno, se capacita a religiosas, sacerdotes y laicos para esta forma de pastoral. Es la pastoral que guía hacia una vida cotidiana que domine los traumas. Nosotros hemos prometido 18.500 euros para los cursos (viajes, alojamiento, comida, materiales para la docencia y el aprendizaje), para que los corazones destrozados se curen y cicatricen las heridas del alma.

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