El líder católico en Ucrania pide el fin de la «idolatría de la violencia»

A pesar de las dificultades y el sufrimiento, la Iglesia católica ucraniana promete no abandonar a sus fieles, pase lo que pase, al igual que permaneció con ellos en Crimea y en el este de Ucrania.

El líder de la comunidad greco-católica más numerosa en el mundo pidió que se ponga fin a lo que él denomina la «idolatría de la violencia», durante una conferencia de prensa organizada por la fundación internacional Aid to the Church in Need (ACN) el pasado viernes 4 de febrero.

Su beatitud Monseñor Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, habló de los efectos del conflicto que dura ya ocho años -que actualmente se encuentra en una fase de escalada- en la población ucraniana y del modo en que la Iglesia está respondiendo a las necesidades del país.

«Con la oración y el apoyo internacional, podemos decir no a la violencia, no a la guerra. Está surgiendo una nueva idolatría de la violencia en todo el mundo. Como cristianos tenemos que decir no a la violencia, no a la acción militar. El diálogo, la cooperación y la solidaridad pueden ayudarnos a superar las dificultades y los problemas del mundo actual.»

«Nuestra primera respuesta es la oración. Por ejemplo, todos los días a las ocho de la noche, hora ucraniana -es decir, a las siete de la noche, hora de Europa Central- los católicos ucranianos cesan sus actividades y rezan juntos el rosario. Si es posible, únanse a nosotros en esta oración por la paz en Ucrania».

El arzobispo mayor Shevchuk lamenta que, en el ambiente actual de la región, se confunda la voluntad de evitar una peligrosa escalada de este conflicto militar con la cobardía: «Si intentas establecer un diálogo se te considerará débil, incluso cuando manifiestas tu deseo de evitar la escalada. Cultural, religiosa y políticamente, tenemos que oponernos al uso de la violencia”.

El pueblo ucraniano está sufriendo lo que él llama una guerra híbrida.  «A menudo nos concentramos en los 100 mil soldados y equipos militares acumulados en nuestra frontera, pero lo militar es sólo uno de los aspectos. Los otros son la desinformación y la propaganda, la escalada política y la escalada económica», dice, refiriéndose también a los efectos psicológicos perjudiciales de la información constante de los medios de comunicación sobre los ciudadanos ucranianos. Aunque la invasión militar nunca se produzca, los ucranianos ya están sufriendo las consecuencias de esta situación.

Un ejemplo de desinformación, explica el arzobispo mayor, es la presentación del panorama religioso en Ucrania también marcado por el conflicto. «Ortodoxos, protestantes o católicos, estamos muy unidos en el apoyo a nuestro pueblo. Tenemos el mismo mensaje de paz. La unión religiosa en Ucrania es una cuestión de seguridad nacional, no hay ninguna guerra religiosa en Ucrania. Hay diferentes posiciones, alguna división entre los ortodoxos, pero entre el pueblo no importa la confesión, no hay divisiones».

Un ejemplo de esta realidad, es que, a pesar de que los católicos solo representan el 11% de la población de Ucrania, el papa Francisco es muy apreciado por los ucranianos. «El papa Francisco goza de mucha confianza en la sociedad ucraniana a pesar de que la mayoría de la gente no es católica», explica el arzobispo Visvaldas Kulbokas, actual nuncio apostólico en Kiev, quien también intervino en la rueda de prensa.

El nuncio afirma que los reiterados llamamientos del papa a la paz y al entendimiento en Ucrania tocan el corazón del común de los ucranianos, independientemente de su filiación religiosa, muchos esperan y anhelan una visita papal al país en un futuro próximo. «Espero que esa visita sea posible pronto. En estos días la situación está cambiando muy rápidamente, pero en cuanto el papa tome una decisión, estaremos preparados. Todavía no hemos oído nada, es su decisión personal, pero estamos esperando y deseando», explica.

La Iglesia no abandonará al pueblo

Además de la amenaza de la guerra, los ucranianos tienen que hacer frente a una economía en declive y a una crisis energética y de gas, que afecta a toda la sociedad, incluidos los sacerdotes y los miembros de las órdenes religiosas. Parte de la respuesta de la Iglesia ha sido ayudar a la gente a encontrar formas alternativas de calentar sus casas en invierno, para evitar la excesiva dependencia del gas que viene de Rusia.

Los más afectados son los que viven en la parte oriental del país, donde el conflicto militar ya no es una amenaza, sino una realidad desde hace ocho años. «Quería visitar Donetsk y Luhansk, pero me dijeron que esto podría ser mal utilizado como propaganda o ser visto como una provocación. Por el momento, he pospuesto la visita. Sufro por ello, porque están completamente aislados», dice monseñor Kulbokas.

Algunas organizaciones católicas como Cáritas actúan sobre el terreno, y ACN lleva varios años prestando asistencia para ayudar a la Iglesia católica a apoyar a los refugiados, a los pobres y a los sacerdotes y religiosos, que en su mayoría también viven por debajo del umbral de la pobreza.

«La mayoría de las personas de la zona de Donetsk y Luhansk tienen más de 65 años y hoy no pueden recibir sus pensiones. Nos enfrentamos a una grave crisis humanitaria en este territorio y la asistencia es cada vez más difícil. Los sacerdotes son los únicos mediadores que pueden viajar y llevar algunos recursos», explica el arzobispo mayor Shevchuk.

«Aunque muchos fieles emigraron», añade, «el número de asistentes a la misa dominical no disminuyó. La posibilidad de tener a sus sacerdotes con ellos es vital. Los sacerdotes que se quedan allí con nuestro pueblo son los héroes de nuestro tiempo. No van a huir. Nos quedaremos con nuestro pueblo, como nos quedamos en Crimea».

Visiblemente emocionado por este testimonio, el presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern, cerró la rueda de prensa con la promesa de que ACN seguirá prestando ayuda a la Iglesia en Ucrania. «Seguiremos apoyando a los que se quedan con su pueblo», afirmó.

ACN comenzó su apoyo a los cristianos ucranianos en el exilio en 1953. Tras la restauración legal de la Iglesia en 1990, después de años de persecución, la ayuda de ACN fue crucial para ayudar a reconstruir la vida de la Iglesia. Actualmente, ACN tiene muchos proyectos en Ucrania. La organización apoya la formación de unos 900 seminaristas de ambos ritos, latino y oriental, además del mantenimiento y la restauración de seminarios, iglesias y monasterios. También presta un apoyo especial a los miembros de las órdenes religiosas que ayudan a los pobres y necesitados, con asistencia material, financiera y espiritual.

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