[vc_row][vc_column][vc_column_text]Misioneros secuestrados y asesinados, y la iglesia incendiada: no, no estamos hablando de Oriente Medio, sino de Brasil, de una realidad casi desconocida en la reserva indígena de Raposa Serra do Sol, en el Estado de Roraima, próximo a la frontera de Brasil con Venezuela y la Guyana. Una tierra que fue tomada por coroneles que esclavizaron a los macuxi, la etnia predominante en la región, para hacerlos trabajar en las minas o cultivar arroz a cambio de alcohol, un vicio que introdujeron los invasores.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][bs_modal_gallery groupname=»Macuxi» images=»8384,8385,8386,8387,8388,8389,8390,8391″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]La Iglesia Católica está presente en la región desde inicios del siglo XX. Primero llegaron los Jesuitas, después los Dominicos y, finalmente, los Misioneros de la Consolata. No se trata de una misión como otras: en sus vehículos, los misioneros deben llevar combustible extra, baterías extra, tres neumáticos de reserva y comida en conserva. Si el vehículo se avería por el camino, hay que quedarse en el lugar esperando hasta que otro coche pase por ahí, ya que no hay señal para el teléfono móvil y un teléfono público es allí casi un tesoro.
La fuerte presencia de la Iglesia al lado de los macuxi hizo que en la década de los setenta los propios indígenas tomaran la decisión de abandonar el alcohol, y los que quisieran seguir emborrachándose tenían que dejar la tribu.
Esta decisión enfureció mucho a los coroneles de la región, pues perdieron su mano de obra barata. Como consecuencia, empezaron a lanzar una propaganda contra la Iglesia Católica, pero sin éxito. Eso sí, en 2004 asesinaron a indígenas y secuestraron a tres Misioneros de la Consolata, y, al año siguiente, cerca de 150 hombres encapuchados y armados incendiaron todo el complejo de la misión, incluidas la iglesia de San José y la escuela de la misión. La intención era que los macuxi se rebelaran y los atacaran, lo que produciría un genocidio, pues los indígenas atacarían con palos y piedras a hombres con armas de fuego.
Tras el incendio, los macuxi estaban muy enfurecidos y querían venganza. El tuxaua Jacir de Souza (tuxaua es el título que se da a los líderes del pueblo macuxi) se reunió con ellos, abrió la Biblia y leyó durante más de una hora. Recordó a su pueblo que son indígenas católicos y que Dios nos pide perdonar en lugar de exigir venganza. Todo el pueblo se calmó y desistió de vengarse. Esta acción tuvo como consecuencia que en 2005 Raposa Serra do Sol fuera homologada, a saber, que volvió a pertenecer a los indígenas. Los que explotaban la tierra y a su pueblo fueron obligados a abandonar la región.
En aquel lugar, una sencilla lectura de la Palabra de Dios impidió que ocurriera un genocidio. El pueblo macuxi sigue siendo muy católico: construye sus iglesias con sus propios materiales y su propia mano de obra, y traducen los cánticos católicos al macuxi, su lengua materna. El tuxaua Jacir ha conocido a dos Papas a causa de su pacífico liderazgo. Sin embargo, este pueblo todavía sufre por un motivo, a saber, porque no tienen una Biblia traducida a su lengua y se preocupan por la siguiente generación. Hay sectas que se están aproximando a ellos para desviarlos del Catolicismo, y algunas llegan incluso a ofrecerles alcohol, por lo que los macuxi están muy preocupados, sobre todo, por los niños.
AIN ha aprobado recientemente la traducción de la Biblia del Niño al macuxi. Un teólogo que conoce bien el idioma está realizando la traducción y en breve miles de ejemplares serán entregados a los niños. Sin embargo, para ello necesitamos vuestra ayuda. Tras ver el milagro que la Palabra de Dios operó en la región, no debemos escatimar esfuerzos para que la próxima generación crezca pacífica y con Dios en el corazón. Tenemos la certeza de que también vosotros queréis contribuir a esta iniciativa, que es una verdadera misión.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]