Un sacerdote ha descrito cómo vio morir al menos a 19 cristianos cuando varios pistoleros lanzaron «una lluvia de balas» sobre más de 2.000 personas reunidas en Misa en la República Centroafricana. El padre Moses Otii, párroco de la iglesia católica de Nuestra Señora de Fátima en la capital del país, Bangui, contó a la Fundación Pontificia Aid to Church in Need que unos 120 feligreses resultaron heridos en el atentado del pasado martes 1 de mayo, que incluyó ataques con granadas.
El padre Otii cuenta que los atacantes «superaban en número a la policía y la policía se retiró, entonces los atacantes comenzaron a disparar contra la iglesia y a lanzar granadas de mano a la gente (…) Vi con mis propios ojos cómo tres granadas de mano caían delante de la iglesia, pero gracias a Dios cayeron en un lugar donde no había gente. También vi cómo arrojaban una granada a numeroso grupo de gente reunida al aire libre dentro del recinto de la iglesia.”
“La granada fue arrojada desde fuera de las paredes de la parroquia a la multitud que estaba en Misa. Explotó. Normalmente nuestras Misas se celebran al aire libre ya que en nuestra iglesia no caben más de 2.000 personas. Y había más de 2.000 personas en Misa.”
“Tantas personas resultaron heridas… Comenzaron a correr en todas direcciones. Había gente en casi todas partes: nuestras habitaciones, el refectorio, las salas parroquiales, nuestra cocina e incluso en los baños (…) Otros no pudieron correr. Por ejemplo, una mujer cuyas piernas fueron amputadas por la granada, no podía moverse. Fue una conmoción con gente corriendo y gritando.”
El padre Otii estaba en el altar concelebrando la Misa con 15 sacerdotes, cuando vio a los pistoleros fuera de la iglesia disparando a los cristianos. “Vi a los atacantes agitando sus brazos en lo que interpreté como un gesto para decirles ‘cálmense’ justo antes de que comenzaran a llover balas sobre la gente reunida en la Misa.”
“Oí disparos durante la oración de los fieles, justo antes del ofertorio». El sacerdote añade: «Inmediatamente, cuando las cosas se calmaron, conseguimos que algunos jóvenes de la parroquia ayudaran a transportar a los heridos al hospital».
“Ahora hay agujeros de bala en las paredes de la iglesia y en las salas parroquiales tras este ataque”, explica el padre Otii. “Hasta ahora nadie ha reivindicado el atentado. La gente vio que los atacantes venían de la dirección del [barrio de] PK5 que está cerca de la parroquia, la mayoría de los habitantes del PK5 son musulmanes.”
Según ciertas informaciones, PK5 acoge a un número de antiguos rebeldes Séléka. Una mezquita también fue quemada después del ataque a la iglesia y dos hombres fueron asesinados. Entre los asesinados en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima estaba el Padre Albert Baba, que servía en una parroquia cercana. «Yo lo conocía bien”, cuenta el padre Otti. “Era un orador tranquilo, tenía más de 70 años. Era una persona alegre. Estaba animado, a pesar de su edad. Durante las celebraciones eucarísticas, le gustaba bailar. Tenía su propio estilo de animar las celebraciones eucarísticas.”
Añade que “el Padre Albert trabajó como coordinador de Justicia y Paz en la diócesis de Bangui. Iba allá donde había una injusticia y hablaba con personas de toda condición social para ayudarles. Sin duda alguna, él seguramente querría que se oyera una oración de paz después de estos ataques en nuestro país.”
Ciertas informaciones indican que unos manifestantes llevaron el cuerpo del sacerdote a través de las calles de Bangui hasta el palacio presidencial. El presidente de la República Centroafricana, Faustin Archange Touadera, ha declarado tres días de luto en todo el país después de los ataques.
El padre Otii hace un llamamiento por la paz: «Mi oración después de los ataques en Bangui es ‘Buen Dios, danos paz para que podamos vivir juntos como hermanos’. Salva a todas las personas inocentes de su sufrimiento. Buen Dios, detén la violencia y transforma los corazones de esos atacantes. Ven Señor, ven a ayudarnos. Que la sangre de tu siervo, el Padre Albert, y la sangre de todos los inocentes que ha sido derramada en este país no sea en vano.”