El Papa Francisco reza con los jóvenes el Vía Crucis en Río de Janeiro. Ante la Segunda Estación (Jesús con la cruz a cuestas) dice: “Con Cristo, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de ser un instrumento de odio, y de derrota, y de muerte, en un signo de amor, de victoria, de triunfo y de vida”.
Esto es exactamente lo que hacen los mártires. El joven Akash Bashir de Lahore sabía que el islamista con el chaleco cargado de explosivos quería entrar en la iglesia de San Juan y que solo su vida se interponía entre el suicida y las dos mil personas que rezaban en la Misa de domingo. Lo sujetó: “No entrarás aquí aunque tenga que morir por ello”. Fueron sus últimas palabras, pues el asesino activó la bomba. Eso fue hace cinco años, durante la Cuaresma. Para los jóvenes de la diócesis de Lahore, Akash Bashir es inolvidable, un ejemplo a seguir. Muchos se han ofrecido como voluntarios para el servicio de seguridad de la iglesia y, como Bashir, están dispuestos a dar su vida por Cristo. Así ocurre también en otras diócesis de Pakistán, pese a que la probabilidad de que los cristianos en Pakistán pierdan sus vidas o sean acosados por su fe no es pequeña. Una y otra vez, los islamistas llevan a cabo ataques contra iglesias y hay cristianos que son arrojados arbitrariamente a la cárcel por la ley antiblasfemia.
No obstante, los jóvenes están felices de poder servir a la Iglesia incluso en este ambiente hostil a los cristianos. El número de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada alcanza un buen nivel, según el presidente de la Conferencia Episcopal, Joseph Arshad: tan solo en su Diócesis de Islamabad-Rawalpindi hay más de 30 candidatos al sacerdocio. La semilla de los mártires da fruto. La Iglesia pakistaní es joven -la gran mayoría de los que acuden a Misa son niños, adolescentes y jóvenes adultos-, y por eso, la Iglesia pakistaní ha declarado Año de la Juventud el año 2020. Un gran desafío es la educación de los jóvenes. Akash Bashir fue a la escuela salesiana, con lo que pertenecía a una minoría, pues, para la mayoría de los niños y jóvenes cristianos, estas escuelas son un sueño inalcanzable: hay muy pocas y sus padres no pueden pagarlas. Sin embargo, la Diócesis de Faisalabad ha lanzado un programa para ayudar a todos los jóvenes a encontrar respuestas a las cuestiones sociales y religiosas. Esto incluye también abordar el ciberacoso, las redes sociales en general y la relación con La muerte no tiene la última palabra Pakistán La alegría de servir a la Iglesia y a la fe: También para estos jóvenes cristianos, Akash Bashir es un ejemplo a seguir el Islam.
En cursos de fin de semana, campamentos de verano y talleres se pretende sensibilizar a los jóvenes sobre los peligros de la red, hacer que aprendan más sobre su propia fe y la de sus vecinos musulmanes, y que conozcan el significado de las virtudes humanas y cristianas. Nosotros apoyamos el programa con 7.150 euros. El futuro está en la juventud, asegura el P. Khalid Mukhtar, director del programa. Akash Bashir también murió por este futuro. Pues, como dijo el Papa Francisco en Río, “la Cruz deja un bien que nadie nos puede dar: la certeza del amor fiel de Dios por nosotros”.