En el valle de la Becá (Líbano), una anciana cristiana acoge a tres familias que escapan de la guerra; una congregación católica de mujeres enseña a niños cristianos y musulmanes; y otra, formada por jóvenes, atrae a libaneses de la diáspora. El conflicto armado y la inestabilidad económica no les impiden ofrecer un testimonio de fe, esperanza y caridad en en el corazón del cristianismo en Oriente Próximo.
El valle de la Becá, conocido como el granero del Líbano, se ha visto muy afectado por las tensiones regionales. Mientras que los bastiones de Hezbolá en las zonas de mayoría chií han sido duramente atacados, las aldeas cristianas han podido mantenerse en gran medida al margen del conflicto directo. Muchos residentes locales, como Naddaf, una viuda septuagenaria cristiana, han arriesgado su propia seguridad para ayudar al prójimo.
La compasión cristiana brilla en la oscuridad
Representantes de la fundación pontificia Aid to the Church in Need (ACN) han visitado a Naddaf y a otras personas en su misma situación en el valle de la Becá. Durante la visita, sentada junto a un icono de San Chárbel en el salón de su casa, Naddaf rememoró lo que sucedió el pasado mes de octubre: “Un día, un coche se detuvo justo delante de mi casa. Y luego llegó otro, y luego otro más”.
Naddaf acogió en su modesta casa a tres familias chiíes desplazadas -doce musulmanes en total- a los que alimentó, vistió y ofreció un lugar donde dormir durante dos meses. Una mujer embarazada dio a luz durante ese tiempo, con lo que el número de huéspedes ascendió a trece.
No hubo forma de saber de antemano quiénes eran esas personas, y a la pregunta de si había tenido miedo a compartir su hogar con tantos desconocidos, simplemente respondió: “Hice lo que Cristo me pidió que hiciera”, y añadió: “La Virgen María me infundió valor para ello”.
ACN ayudó a Naddaf y a otros cristianos de la región a llevar la misericordia de Dios a los necesitados, proporcionándoles ayuda alimentaria de emergencia y kits de higiene.
La Iglesia sigue dando testimonio de esperanza
En todo el valle de la Becá están surgiendo signos de esperanza, resiliencia y renovación. En el corazón del valle, los Hermanos de Beit Maron (de San Marón del Líbano), una comunidad católica maronita fundada hace tan solo cinco años, están experimentando un crecimiento notable. Sus 23 monjes, la mayoría de entre 20 y 30 años, han construido todo el monasterio y su iglesia con sus propias manos y con un mínimo de ayuda externa.
Dos de los monjes nacieron en Sídney (Australia) de padres libaneses. Sin parentesco entre sí, el Hno. John Maroun y el Hno. John Paul regresaron a la tierra de sus antepasados respondiendo a una llamada espiritual. Su decisión contrasta con el considerable número de jóvenes que emigran del Líbano.
ACN ha apoyado la formación de los Hermanos de Beit Maron y sigue respaldando otras iniciativas destinadas a reforzar la presencia cristiana en Oriente Próximo.
La educación católica promueve la paz
Los representantes de la fundación pontificia también visitaron el convento de las Hermanas de Jesús Abandonado, congregación religiosa fundada en 2011. Estas religiosas enseñan en escuelas católicas de zonas predominantemente chiíes, e imparten catequesis a alumnos cristianos y clases de ética a niños musulmanes.
Durante la visita, la Hna. Maggie reveló que “muchas familias musulmanas eligen las escuelas católicas para sus hijos por la excelencia académica y los valores morales que ofrecen”. El compromiso de las religiosas con la educación contribuye a tender puentes y a promover la paz y el entendimiento entre los diferentes grupos religiosos.
En medio del conflicto armado y las dificultades económicas, la ayuda de ACN es un salvavidas para la Iglesia libanesa. Además de ayudas de emergencia y a la formación de sacerdotes y religiosos, la fundación pontificia también apoya escuelas católicas, ofrece becas a estudiantes cristianos y financia medicamentos esenciales para los ancianos.
Por Amy Balong.