República Democrática del Congo: 12 millones de víctimas por guerras debido a los recursos naturales

El sacerdote Apollinaire Cibaka: “Tu país puede ser un infierno, pero sigue siendo tu país. Ser sacerdote en el Congo no es fácil. La fuerza la sacamos de Dios y de la fe”

 

Padre Apollinaire Cibaka Cikongo

 

Una nación devastada, consumida, gastada… “La República Democrática del Congo es como una enorme hacienda donde vienen diferentes países para llevarse los minerales de la manera más barata posible y así seguid justificando las guerras”. Así de contundente y directo explica el padre Apollinaire Cibaka Cikongo, en declaraciones a la fundación pontificia Aid to the Church in Need (ACN)la situación que vive el segundo país más grande de África.

No son una ni dos las razones por las que, el antiguo Congo Belga, no puede levantar cabeza. Los conflictos étnicos, la pobreza extrema, las guerras que nunca acaban, un gobierno que no quiere convocar elecciones a pesar de que su último mandato legal terminó hace más de un año, la incesable marea de refugiados… Y es que la República Democrática del Congo es actualmente uno de los países con más refugiados del mundo. Según la ACNUR son más de 4.5 millones desplazados internos y 735.000 refugiados en países limítrofes. Pero: ¿Por qué no se habla de ello? Es lo que se pregunta el padre Apollinaire recordando que ya son más de 12 millones de muertos, más que en cualquiera de las terribles guerras que se están viviendo actualmente en otras partes del mundo. “Esto es 500 veces peor que Siria”, exclama mientras insiste en que “este silencio es interesado, los intereses económicos minerales pueden más que todo esto”.

 

Father Apollinaire Cibaka Cikongo is baptizing a little child during holy mass
Padre Apollinaire Cibaka Cikongo bautiza a un niño durante la Santa Misa

“Ahora que hay un brote de ébola, se habla del Congo, pero ¿por qué no se habla de los muertos de la guerra? Todas las pérdidas son horribles, pero la enfermedad del Ébola puede dejar 40 ó 50 víctimas, la guerra geopolíticas en mi país llevan más de 12 millones de muertes y hay cientos de niños muriéndose de hambre ”, insiste. “Dios está llorando en mi país, hay que ir allí y secarle las lágrimas”:

Una nación pobre pero con una enorme riqueza mineral que hasta el momento es su mayor maldición. “La guerra que empezó en Ruanda y que se arrastró al Congo en 1994, tiene el trasfondo del control de las minas porque el Congo es un tesoro geológico, la mayoría de los minerales que se necesitan en el mundo están aquí… si hubiéramos tenido una buena organización política hubiéramos vivido muy bien”, se lamenta el sacerdote congoleño durante la entrevista.

 

Democratic Republic of Congo, Bukavu
República Democrática del Congo, Bukavu

Y ante este infierno terrestre, la Iglesia católica ha sido uno de los pocos que ha roto el silencio ya sea denunciando la situación política, como ayudando a los más indefensos. Tanto los obispos congoleños, los sacerdotes, como también los laicos, han lanzado mensajes de auxilio que en muchas ocasiones han tenido sus represalias. Según detalla el padre Apollinaire después de las últimas protestas de comienzo de año, la policía cerró iglesias y “hubo muertos dentro de ellas”. “Pero de esto casi nadie habla, y se tienen que denunciar las tragedias que están ocurriendo en el Congo”.

 

Displaced and refugees in the East of Democratic Republic of Congo
Displaced y refugiados en la República Democrática del Congo

El padre Cibaka Cikongo reconoce que ha sentido miedo en diferentes ocasiones ante la posibilidad de perder la vida, como cuando en el pasado febrero de 2017 milicias rebeldes destrozaron el seminario y los 77 seminaristas que vivían allí tuvieron que salir disparados para ser acogidos en otros lugares y no morir en el ataque, porque luego el ejército  ocuparon el edificio durante cuatro meses. A pesar de todo, el entrevistado se queda con lo bueno, como el hecho de que después de unos meses del asalto y de que se reabriera el seminario, gracias a la generosidad local e internacional entre otras de ACN, “ninguno de los seminaristas ha dejado su vocación sacerdotal, sino que incluso 11 han ingresado  y ahora son 88 en total”.

“La fuerza la sacamos de Dios, de la fe… A pesar de todo, seguimos creyendo en el ser humano, a pesar de todas las barbaridades que haga. Tu país puede ser un infierno, pero es tu país”, concluye.

 

King Theological Seminary in Malole
Grupo de Seminarista de Malole con el padre Richard Kitengie Muembo, rector del Seminario Cristo Rey en Malole Teológica, que fue parcialmente incendiado y destruido el 18 de febrero de 2017 por rebeldes.

 

Ayuda incondicional

El padre Apollinaire Cibaka Cikongo que estudió filosofía y teología en España, asegura que ha encontrado gente muy generosa que ha contribuido económicamente para apoyar al Congo. “Parte de mi trabajo es el de mendigar para que nos ayuden. No nos podemos quedar sin hacer nada delante del otro. No podemos bajar los brazos, hay gente que muere sin nuestra ayuda, que perderían la vida sin ese apoyo”. “Nos pasamos la vida pidiendo a Dios y pidiendo a los demás para que ayuden a nuestro pueblo”.

Reconoce que la vida del sacerdote en el Congo, como en muchos otros lugares, no es fácil. El sacerdote vive en las mismas condiciones que la población local. “Hay muchos problemas, hambre, sed, peligros… y como sacerdote y pastor no puedes pensar en ti mismo sino en el otro”. Por ello –explica- “cuando alguien deja la oportunidad de ir a la universidad o de tener una vida mejor y decide entrar en el seminario, nosotros le acogemos y le valoramos por todo lo que va a renunciar y rezamos para que sean sacerdotes santos, testigos del amor de Cristo en la vida de los demás”.

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