Actualmente, unos 16 millones de personas viven en este pequeño país de la costa del Pacífico. El 85 %de ellos son católicos. El 16 de abril de 2016, Ecuador fue sacudido por el terremoto más fuerte de los últimos cien años. Más de 800 personas perdieron la vida y otras 5.000 resultaron heridas. Muchas iglesias quedaron completamente destruidas.
ACN respondió con medidas integrales de ayuda de emergencia. El epicentro del terremoto estaba en la zona costera de Manabí, la región más pobre del país. Dejó conmocionado a Ecuador. Destruyó total o parcialmente incontables edificios, incluso en barrios de ciudades del centro como Portoviejo y Manta. También quedaron afectadas muchas iglesias católicas, que en muchos casos constituían el centro de la vida diaria de los fieles.
» Sin la generosidad de nuestros benefactores no habría sido posible enviar ayuda de emergencia a Ecuador. «
En nombre de nuestros socios de proyecto, agradecemos a nuestros benefactores poder actuar inmediatamente en las situaciones de grandes desastres como el que ocurrió en Ecuador. Pudimos proporcionar a la Iglesia de Ecuador una generosa ayuda de emergencia que permitió a los supervivientes permanecer en la zona, a pesar de las dificultades materiales y del duro golpe del destino. La financiación recibida se utilizó principalmente en la rehabilitación de iglesias y de una casa de religiosas en las parroquias afectadas por la catástrofe. No obstante, cuando los habitantes reconstruyeron las iglesias locales, no solo volvieron a levantar los muros, sino también su alma herida.
Petición de ayuda desde el fondo del corazón
Poco después del terremoto de Ecuador recibimos una carta del arzobispo de Portoviejo, Lorenzo Voltolini Esti, de la que transcribimos a continuación algunos párrafos. Sus palabras son un testimonio de terror, de sufrimiento, a la vez que de esperanza: “Queridos hermanos de Ayuda a la Iglesia Necesitada, casi todas las ciudades y distritos de Manabí han quedado destruidas por el terrible terremoto. La situación es muy crítica ya que muchas familias de nuestra provincia han perdido sus casas y tienen que pasar las noches al raso. Carecemos de todo: agua, medicinas, productos de higiene, jabón, tiendas, etc. Además, la salud en general está empeorando.
En las distintas parroquias, el 80 % de las iglesias, centros de catequesis, casas parroquiales, monasterios y medios de transporte han quedado destruidos. Calculamos que el total de nuestras pérdidas en la zona de la catástrofe suma 10 millones de dólares. Sin embargo, no nos falta la esperanza. Estamos seguros de contar con la generosidad que habéis demostrado repetidamente. Nuestro agradecimiento sin límites, en nombre de nuestra Iglesia de Portoviejo y de toda la población de la provincia de Manabí”.