En 2022, África volvió a ser la región prioritaria para nuestros proyectos de ayuda, acaparando un 31,5% de nuestros fondos. La situación es especialmente dramática en aquellos lugares en los que el terrorismo
islamista se propaga y los cristianos son víctimas de la persecución y el desplazamiento forzoso, como ocurre en Mozambique, Burkina Faso y Nigeria.
En 2022 también nos llegaron muchas peticiones de ayuda de Ucrania, donde la Iglesia trata de aliviar, en medio de la guerra, las necesidades espirituales, psicológicas y materiales de los refugiados y las personas necesitadas. Por eso, un 10% de nuestros fondos se enviaron a Ucrania en 2022. Con ello, nuestra ayuda a los países del centro y el este de Europa ascendió a un 17,7%.
Un 16,7% de nuestra ayuda total se destinó a Latinoamérica. Allí, el éxodo rural, la migración, los cárteles de la droga, las sectas y los gobiernos anticlericales siguen siendo algunas de las mayores dificultades para la Iglesia.
En el año de referencia, un 14,6% de nuestro presupuesto total se destinó a Asia (incluido el 0,7% para Oceanía), donde los cristianos suelen ser una minoría discriminada e incluso perseguida en la mayor parte de los países.
El volumen de financiación para Oriente Próximo supuso un 18,1% de nuestra ayuda total. En 2022, Siria y el Líbano fueron los países prioritarios. El objetivo de nuestra ayuda de emergencia era garantizar la supervivencia de las comunidades cristianas y contrarrestar la emigración masiva de cristianos.