Al haber vivido durante un largo periodo bajo un régimen comunista, la República del Congo dejó durante muchos años su fe de lado. Ahora la Iglesia de este país repone fuerzas para superar sus problemas -que no son pocos- y seguir adelante. Kinga von Poschinger, responsable de proyectos para Congo-Brazzaville de la fundación pontificia Aid to the Church in Need (ACN), viajó hasta esta nación del África central para conocer la situación de primera mano. Monica Zorita le entrevista sobre los retos con los que se encuentran los congoleños y los próximos proyectos de ayuda de la fundación ACN.
¿Cuáles han sido los principales motivos de este viaje?
La visita a Congo-Brazzaville era una prioridad para ACN por diferentes motivos. Al haber estado durante muchos años bajo el mandato de un régimen comunista, la fe de su pueblo ha estado completamente en un segundo plano y hay que volver a ella, sacarla y regarla. La última vez que fue ACN a este país fue en el año 2002, con éste viaje y con los nuevos proyectos que se van a realizar se espera dar un gran impulso a su Iglesia y a su sociedad.
¿Cómo es la situación actualmente en el también conocido como el pequeño Congo?
Como otras muchas naciones africanas atraviesan una situación económica muy difícil. Viven como pobres en países que podrían ser ricos. La región donde se encuentra la diócesis de Impfondo, en el norte, está enclavada en medio de la selva. Muchas de las casas son de barro, es una zona muy fluvial y tienen una vegetación exuberante que dificulta la movilidad, a no ser que sea en canoa o a veces en coche, cuando las carreteras lo permiten. Ésta es la zona más pobre. Por otro lado, en la zona del sur –y muy concretamente en Point Noire- hay mucho petróleo, pero la bajada del precio del barril y la corrupción han encauzado al país africano en una crisis profunda con consecuencias para todos. Esta situación crea obviamente un clima de intranquilidad, pero que es superado por la esperanza típica del pueblo congoleño, sobre todo en las zonas católicas donde hay un ambiente muy familiar y de continua ayuda.
¿Cuáles son las religiones mayoritarias en Congo-Brazzaville?
A pesar de que la República del Congo es oficialmente un Estado laico, hay una gran parte de la población que practica la religión cristiana; otra gran parte las creencias animistas locales y una minoría que creen en el Islam. Dentro de la población cristiana, la mayoría pertenecen a comunidades evangélicas pentecostales, y el 30 o 35% son católicos. Los católicos congoleños tienen una fe muy viva, alegre y en comparación con otros países de África sus ceremonias son más tranquilas. Algo en lo que insiste mucho el obispo de la joven diócesis de Dolisie, Mons. Bienvenu Manamika Bafouakouahou, recordando a los fieles la importancia de la oración interior y del silencio.
La Iglesia de Congo-Brazzavile cuenta actualmente con 9 diócesis, de las cuales dos han sido creadas en el 2013 y se tiene previsto erigir más en los próximos años, ya que son terrenos grandes y de muy difícil acceso para abarcarlo con tan pocos obispos.
¿Cuáles son los principales retos con los que se encuentra la Iglesia congoleña?
No son pocos… la pobreza, el fuerte incremento de las comunidades pentecostales, la masonería, el exorcismo, el poco respeto que tienen las creencias animistas locales con sus fetiches hacia la religión católica… también, el hecho de que las parroquias estén tan alejadas las unas de las otras hace que muchos sacerdotes se encuentren muy solos y a veces puedan perder el sentido de la vocación y la misión. Por eso ACN va a ayudar con varios retiros espirituales y con proyectos dedicados a la formación de los religiosos, con menos años de sacerdocio, para darles otra vez la fuerza y el ejemplo que necesitan.
¿Qué otros proyectos habéis trazado a raíz de este viaje en el Congo?
Queremos llevar a cabo proyectos en el seminario -que es el único en todo el país- dedicados al discernimiento de la autenticidad de las vocaciones.
También hemos visto la falta de medios que tienen para la evangelización, tanto la falta de libros religiosos – por ejemplo misales –, como de embarcaciones para llegar a todas las poblaciones. Además se necesitan renovar algunas de las casas de sacerdotes y religiosas. Muchos viven en condiciones deplorables o no tienen agua potable.
Acabamos de vivir en el Año Litúrgico la Resurrección de Cristo, ¿con qué mensaje Pascual, de esperanza, os habéis quedado después del viaje?
Nos quedamos con el trabajo, la luz, la bondad y la esperanza de gente como Mons. Manamika Bafouakouahou. Él está lleno de fuerza para ayudar a su país a salir hacia delante, para superar uno a uno todos los problemas con lo que conviven. Tiene una fe muy profunda y los conceptos muy claros. Él mismo sale a la calle para hablar con la gente y suele organizar una “Semana de evangelización” que mueve a miles de personas que están deseando escucharle.
¿Cuál ha sido uno de los momentos más emotivos o emocionantes del viaje?
Tuvimos una experiencia muy bonita en la diócesis de Impfondo donde se celebraba la primera misa de tres nuevos sacerdotes, que ya fueron ordenados el pasado 6 de enero. Hicieron una ceremonia tradicional y después bailaron y cantaron con una alegría excepcional. A los sacerdotes les pusieron encima de su “clériman” unos collares hechos con plantas alrededor del cuello y de la cintura, y el resto de fieles iban vestidos con trajes tradicionales y bailaban con una escoba hecha con ramas, símbolo de la unidad, flexibilidad y resistencia. Eran impresionantes la felicidad y el orgullo de este pueblo – a pesar de tantos sufrimientos – porque iba a tener tres nuevos sacerdotes.