Alepo: La ciudad oscura

El P. Ziad Hilal, un sacerdote jesuita que lleva mucho tiempo ayudando a las víctimas de la guerra en Siria –antes en Homs y ahora en Alepo– ha sido entrevistado hace poco por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Fr-Hilal

¿Cómo es la situación en Alepo?

“La situación es triste para todos debido a los combates. Yo no podía dormir bien porque por la noche escuchábamos los bombardeos y la lucha entre los grupos enfrentados”.

“Cuando estaba allí, había electricidad durante una a dos horas al día, pero tampoco todos los días. Es una ciudad oscura, podríamos decir, sin electricidad. La gente utiliza generadores, que solo les procuran electricidad por pocas horas. Pero desde la medianoche hasta la mañana es una ciudad negra, oscura, en la que no ocurre nada”.

“Sin electricidad no podíamos generar calor, y mucha gente tampoco podía acudir a su trabajo, pues la ciudad está dividida en dos, la parte de la oposición y la del Gobierno. La gente no podía trasladarse de una a otra parte. Y os podéis imaginar que muchas familias también pueden estar divididas entre las dos partes de la ciudad. Y mucha gente no puede trasladarse de una parte a la otra para acudir al trabajo, por lo que pierden sus empleos y pierden sus casas”.

¿Hay algún signo de esperanza?

“Por un lado, la situación es oscura, es triste, pero, por otra, también vemos la actividad de la Iglesia y de otras personas, especialmente, de asociaciones cristianas. Son ellas las que representan un signo de esperanza”.

“Allí ofrecemos muchos servicios con el apoyo de  Ayuda a la Iglesia Necesitada, el Servicio Jesuita a los Refugiados y los Obispos, que ayudan a la gente a permanecer en su tierra, y que también ayudan a los musulmanes”.

¿Cómo ayuda la Iglesia a esta gente en su desgracia?

“Tenemos un gran comedor subvencionado por AIN y otras asociaciones, al que acude mucha gente: repartimos unas 7.500 comidas a diario. Eso es mucho, y el equipo es mixto, musulmán y cristiano, y muchos de los que se benefician de este servicio son musulmanes”.

El P. Ziad Hilal añade que las Misioneras de María, en cuyo convento se encuentra el comedor, también ayudan a mujeres (incluidas musulmanas) a coser bolsos y otros artículos para su venta y para ganarse el sustento.

“El problema en Siria no es entre cristianos y musulmanes… pero aquí os doy un ejemplo de cómo la Iglesia promueve la reconciliación”.

¿Puede darnos un ejemplo de cómo sufren las familias?

“Hay muchas familias pobres sin trabajo. Conozco a una familia católica cuyos tres hijos pequeños trabajan en un restaurante: uno tiene entre 7 y 8 años de edad, otro tiene 10 y el tercero, 14. El padre ha muerto, no sabemos cómo, y la madre también trabaja. Y el jefe del restaurante me ha dicho: “Mira a estos tres niños que trabajan. No les he podido decir que no, pues es verano y están ayudando a su madre”. Me quedé conmocionado.

¿Cómo es la situación en Alepo ahora que los rebeldes se han adentrado más en la ciudad?

“¿Qué puedo decir? Reina el caos, pero no solo en Alepo, sino en toda Siria. Hablamos mucho de Alepo y nos olvidamos de las demás ciudades en las que reina la misma situación. Nuestro país está dividido. Creo que el único camino es el diálogo entre sirios y sirios, pues con las armas no hemos podido llegar a una solución. Tenemos que frenar las armas y trabajar en pos de la paz. Esto es lo más importante para nosotros, los sirios”.

¿Cree que habrá paz?

“Es importante repetir lo que el Papa Francisco dijo hace algunos días –‘Animo a todos, a jóvenes y mayores, a vivir con entusiasmo este Año de Misericordia, a superar la indiferencia y, ante todo, a proclamar que la paz en Siria es posible’. Este es nuestro grito hoy: que la paz en Siria es posible. Esta es la única esperanza que nos queda”.

¿Cuál es su rezo por Siria?

“Mi oración de hoy consiste en rogar a Dios que nos conceda paz y consuelo. Lo que la gente necesita en Siria y, sobre todo, en Alepo, es seguridad y misericordia para continuar con sus vidas, porque la situación es muy difícil. Dios nos hace ver que el único camino para frenar la guerra e iniciar una nueva vida en paz es la reconciliación entre unos y otros, entre sirios y sirios”.

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