La diócesis del obispo Oliver Doeme ha sufrido lo peor del terrorismo de Boko Haram. Sin embargo, el obispo dice que ahora esta región se puede considerar pacífica en comparación con el resto del país y culpa de la situación al presidente Buhari y a su gobierno.
El mismo año que el obispo Oliver Doeme se hizo cargo de la diócesis de Maiduguri, en el noreste de Nigeria, una pequeña secta musulmana se transformó en lo que sería un grupo terrorista salvaje, asolando comunidades pacíficas y secuestrando a cientos de niñas adolescentes. Durante años, el obispo vio cómo Boko Haram pasaba por encima de agentes de seguridad y obligaba a la diócesis a cerrar 25 parroquias.
Las cosas están mucho mejor en Maiduguri ahora. Este es un cambio que el obispo atribuye en gran medida a la intervención divina, incluyendo una visión que tuvo en el 2014 donde Jesús le entregaba una espada que se convertía en rosario, alentando la ya profunda devoción mariana del obispo. “La guerra se ganó de rodillas”, dijo el obispo en una conferencia de prensa online (Presentation: Is Boko Haram defeated?) organizada por la fundación internacional Aid to the Church in Need (ACN).
Fue entonces cuando la situación comenzó a cambiar en contra de los terroristas. Desde el 2020, apenas ha habido ataques de Boko Haram y miles de terroristas se han rendido y entregado sus armas. Solo tres de las 25 parroquias permanecen cerradas y muchos de los desplazados han regresado a sus casas. La situación ha vuelto casi a la normalidad. Ahora, es el resto del país lo que le preocupa a monseñor Doeme.
“En gran medida, podemos decir que la parte noreste es más pacífica que otras partes del país, porque Nigeria está ahora en crisis y estamos experimentando muchas fuerzas malignas. Tenemos a los pastores fulani atacando comunidades cristianas, a bandidos atacando comunidades y llevándose a la gente. La Iglesia no se salva. En distintas partes del norte, se han asesinado sacerdotes. Así, la crisis puede estar disminuyendo en el noreste, pero no en otras partes del norte y del sur.
“El gobierno ha perdido el control”
Mons. Doeme no duda de que la culpa de la situación recae por completo en el gobierno actual. “Nunca hemos vivido lo que estamos viviendo ahora. La gente está sufriendo, está con hambre. El gobierno ha perdido el control de la situación, las cosas son un desastre, pero nosotros somos un pueblo de esperanza y sabemos que Dios nos va a ayudar. Buhari es el presidente en este momento, pero mañana ya no estará. Esperamos un nuevo presidente que lleve a la gente en su corazón y que pueda unirla”, dice el obispo, añadiendo que “nosotros sabemos que Dios es fuerte y mientras sigamos dirigiéndonos a María, obtendremos la victoria, porque somos un pueblo victorioso, somos un pueblo de aleluyas, un pueblo resucitado.
Sanando heridas
Mientras la vida en Maiduguri vuelve a la normalidad, la diócesis está atendiendo el trauma y las heridas que los terroristas han dejado en la población. La educación es la principal arma en esta nueva lucha. “Esta es una prioridad para nuestra diócesis -agrega el obispo- especialmente para los refugiados que han regresado. Nos hemos encargado de que los niños reciban educación, desde la escuela primaria y, si es posible, hasta la universidad. Esta es la clave para vencer a Boko Haram. Cuando las personas están capacitadas para mantenerse a sí mismos, no salen por ahí a matar gente”.
Los sacerdotes juegan un papel muy importante en la ayuda a las poblaciones locales. Por eso, la diócesis también se preocupa por el bienestar psicológico de su clero. “Uno de los programas que ha comenzado es la consejería postraumática para los sacerdotes. Nuestros sacerdotes fueron invitados a este tipo de consejería y regresaron muy contentos y agradecidos. Nuestras religiosas también asistieron y regresaron fortalecidas” explica monseñor Doeme.
Encontrar el coraje para perdonar
Una de las áreas más importantes en las que la diócesis se involucra profundamente es en promover el perdón, especialmente ahora que muchos miembros de Boko Haram están siendo reintegrados en la sociedad. “El trece de mayo, durante la fiesta de nuestra señora de Fátima, volvimos a consagrar nuestra diócesis al Inmaculado Corazón de María. La gente se siente fortalecida espiritualmente y motivada, eso la prepara para perdonar, pues este es un componente muy importante en el cuidado de las personas. La gente guarda rencor contra los miembros de Boko Haram que mataron a sus seres queridos, pero ahora tienen la capacidad de perdonar. Viendo a Jesús colgado en la cruz, quien perdonó a sus verdugos, también adquieren ellos el coraje de perdonar”
ACN ha sido un socio clave para ayudar a financiar muchos de los proyectos que la diócesis está llevando a cabo para restablecer la dignidad de su gente y fortalecer la paz en la región. Muchas de las familias requieren apoyo para reconstruir sus vidas, ya que el gobierno federal, según el obispo, no ha cumplido con sus obligaciones en este campo. Estos proyectos van desde ayuda material y psicológica para los que han regresado, becas para niños, ayudas económicas para viudas y huérfanos, también para sacerdotes y religiosas. “Estamos muy agradecidos con ACN por esta ayuda”, dice Mons. Doeme