México es el país de Latinoamérica más peligroso para los sacerdotes. “Por noveno año consecutivo, nuestro país, aun no estando en guerra, es donde más religiosos son asesinados”, afirma el sacerdote y periodista Sergio Omar Sotelo Aguilar.
Don Sergio Omar, religioso de la sociedad de San Pablo y director del Centro Católico Multimedial (CCM), explicó a la fundación pontificia Aid to the Church in Need (ACN) porqué 2017 fue un año funesto para el clero y la Iglesia mexicana. “La libertad de culto en México está minada y gravemente amenazada por el crimen organizado”, ha asegurado.
Durante el encuentro también ha afirmado que numerosas muertes de sacerdotes no son fruto del azar o de un desafortunado encuentro con simples delincuentes. “En el 80% de los casos, los asesinos siguen una metodología que va de la difamación a la extorsión, del secuestro a la tortura, y del rapto al asesinato. A continuación, y para ‘explicar’ o incluso ‘justificar’ el asesinato de los sacerdotes, hay medios de comunicación poco escrupulosos que difunden sobre los últimos todo tipo de rumores, llegando en ocasiones a acusar a las víctimas de ser alcohólicas o incluso pederastas”.
Víctimas difamadas y calumniadas
Así pues tras el asesinato en septiembre de 2016 del P. Alfredo López Guillén, párroco de Janamuato (Archidiócesis de Morelia), el gobernador del estado de Michoacán, Silvano Aureoles, propagó el rumor de que el sacerdote podría haber sido un pedófilo. Dicha afirmación suscitó una fuerte reacción por parte de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM).
Lo cierto es que el estado de Michoacán, uno de los 32 estados de México, ubicado en la costa del Pacífico, padece la violencia de los carteles por ser un lugar estratégico en una de las rutas de la droga. Los sacerdotes que denuncian este tráfico, así como la corrupción de las autoridades y la policía, están en el punto de mira de los sicarios, los asesinos a sueldo al servicio de los narcotraficantes y sus cómplices.
Agresiones según un mismo patrón
En 2017 otros cuatro sacerdotes fueron asesinados, dos fueron víctimas de intentos de secuestro, mientras que dos atentados de bomba se perpetraron contra la catedral metropolitana de la Ciudad de México y contra las oficinas de la Conferencia Episcopal Mexicana. Y esto sin contar los centenares de amenazas y extorsiones de las que han sido víctimas sacerdotes y obispos, denuncia el P. Sergio Omar. Sólo en 2017 han sido 884 casos. La tortura en particular es utilizada en el 80% de los casos de sacerdotes asesinatos, lo que evidencia la estrategia del terror de los carteles de la droga: “matar un sacerdote representa también un ejemplo, una demonstración de poder de los grupos criminales”.
Un cardinal y 47 sacerdotes asesinados
El departamento de investigación del CCM guarda un registro preciso y actualizado de los sacerdotes, religiosos y laicos al servicio de la Iglesia que han perdido la vida o que han recibido graves amenazas en 2017. Al igual que los periodistas, estos están en el punto de mira porque también a ellos los consideran líderes de opinión opuestos al crimen organizado. El crimen organizado es aún más poderoso porque ha establecido vínculos con políticos, jueces y ciertos sectores de la policía y las fuerzas de seguridad. “¡Provoca una gangrena en la sociedad de arriba a abajo!”.
El P. Sergio Omar, que fue secretario de la comisión Episcopal para la comunicación en la CEM, considera que se trata de una persecución focalizada, de una estrategia del terror perpetrado por el crimen organizado y los carteles de los narcotraficantes. Comunidades enteras han abandonado sus pueblos y sus vecindarios debido a las amenazas dirigidas contra ellas por estos grupos criminales.
Los datos del CCM sobre esta “auténtica persecución religiosa” acaban de ser publicados en un libro firmado por el P. Sergio Omar Sotelo Aguilar. En el libro se documentan los agentes pastorales asesinados de 1990 a 2017: Además del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara, que falleció el 24 de mayo de 1993 en el aeropuerto de Guadalajara están los nombres de 47 sacerdotes, un diácono, cuatro religiosos, nueve laicos al servicio de la Iglesia y una periodista católica.
La situación no hace más que empeorar
En este país de 120 millones de habitantes, donde los católicos representan el 80% de la población, estos asesinatos se han perpetrado, en la mayoría de los casos, ante la indiferencia general de las autoridades. En los últimos cinco años 19 sacerdotes y dos laicos han sido asesinados, mientras que dos sacerdotes continúan desaparecidos. Esto debe cambiar, concluye el P. Sergio Omar: “No podemos seguir callados ante el derramamiento de sangre de miles de mexicanos. Por ello lanzamos un enérgico llamamiento al Gobierno federal mexicano, a las autoridades de los diferentes estados y a los municipios para que todos ellos aporten garantías a fin de que el servicio pastoral pueda llevarse a cabo de la forma más segura en las zonas en las que reina una creciente violencia incontrolada. ¡No debemos seguir callados!”.