“Lo que Haití necesita es un hombre nuevo que viva cristianamente en la sociedad actual”

Entrevista con Mons. Launay SATURNÉ, Arzobispo de Cap-Haïtien desde el 23 de septiembre de 2018 y presidente de la Conferencia Episcopal de Haití durante su visita a la sede internacional de la fundación Aid to the Church in Need (ACN).

Mgr. Launay Saturné ( Archbishop of Cap-Haitien, Haiti and president of the Haitian Bishop´s Conference)
Mons. Launay Saturné, Arzobispo de Cap-Haïtien desde el 23 de septiembre de 2018 y presidente de la Conferencia Episcopal de Haití.

Su país, de nuevo golpeado por un terremoto en el mes de octubre, también se ve afectado internamente por casos de corrupción que se extienden hasta los más altos cargos del Estado. El lunes 22 de octubre de 2018, el presidente Jovenel Moïse despidió a dos colaboradores cercanos, entre ellos a su jefe de gabinete, implicados en escándalos de enriquecimiento personal.

Una gran mayoría de los 11,5 millones de haitianos se declaran cristianos y católicos, frente al 2,7% de agnósticos y al 2,7% de animistas, pero estas cifras están lejos de reflejar la complejidad de la realidad religiosa en la que también debe tenerse en cuenta la influencia del vudú en el ámbito social.

 

¿Cómo han reaccionado los obispos ante los recientes casos de corrupción que conmocionan al país?

La jerarquía católica de Haití, desde la Conferencia Episcopal Haitiana (CEH), ha acompañado siempre al pueblo tanto en su fe como en su lucha diaria por la dignidad. La reacción de los obispos debe situarse hoy en este contexto. En una nota de CEH hemos denunciado públicamente la corrupción porque es un azote, un mal: «Tiende a generalizarse, a convertirse en un sistema y causa daños difíciles de reparar. Esta situación no es nueva, pero esta vez está alcanzando un nivel y unas proporciones inaceptables e insoportables”. Nosotros venimos observando una reacción positiva de la sociedad ante este escándalo: «Lo que es muy interesante es que este escándalo está haciendo surgir una toma de conciencia colectiva vigorosa y sana. El pueblo exige justicia con una voz unánime, bien consciente de que la corrupción es un mal radical que pone en peligro su futuro colectivo”. Todo parece indicar que los fondos destinados al desarrollo, a hacer crecer el país y a liberarnos un poco de la miseria en todas sus manifestaciones han sido mal utilizados y malversados. Todo el mundo sabe hasta qué punto este dinero sería útil para la reconstrucción de nuestro país y para mejorar las condiciones socioeconómicas de la población. Como obispos y pastores, caminamos con el pueblo de Dios, confiado a nuestro cuidado paterno y pastoral.

¿Qué medidas toma la Iglesia Católica de Haití en este contexto?

La Iglesia debe permanecer siempre fiel a su Divino Fundador. Es desde esta fidelidad que podemos seguir creyendo, amando, esperando, tal como nos pide el Evangelio. En este contexto, nuestra primera acción como Iglesia jerárquica consiste en continuar caminando con el pueblo como debemos hacerlo como pastores. Además, debemos ayudar a este pueblo a formarse mejor en la Doctrina Social de la Iglesia para que sea más consciente de su papel e implicación en la gestión responsable de lo público por el bien de todos. Finalmente, la anunciación del Evangelio es intrínsecamente un fermento para cambiar los corazones y las situaciones desde dentro, como la levadura en la masa (Mateo 13,33). Todo esto integra el plan global de evangelización, educación y formación que la Iglesia quiere poner a disposición de todos los creyentes laicos para prepararlos y motivarlos a asumir sus responsabilidades en la sociedad y en el país.

Pero todo esto se desarrolla primero en la familia y en la escuela. Estos lugares son extremadamente importantes para nosotros. Más allá de la educación intelectual, la familia y la escuela deben inculcar en los niños y jóvenes adultos el amor a Dios, el amor al prójimo, el amor a la patria, el respeto al bien común, el civismo y el patriotismo. Para la Iglesia, la educación es su cantera prioritaria y urgente, por lo que cuenta con escuelas parroquiales para distribuir el “pan de la educación” entre los alumnos más desfavorecidos en las zonas más remotas del país, donde el Estado está ausente. Gran número de sacerdotes y obispos provienen de estas instituciones educativas, a las que hay que añadir las escuelas de religiosos, que tienen la reputación de ser las mejores del país y que, de hecho, lo son. A decir verdad, estamos subsanando muchas de las deficiencias del Estado en este y otros muchos ámbitos.

 

For the Church, education is a most urgent priority, as a result of which is the parish school
«Para la Iglesia, la educación es su cantera prioritaria y urgente, por lo que cuenta con escuelas parroquiales para distribuir el “pan de la educación” entre los alumnos más desfavorecidos en las zonas más remotas del país»

 

También llevamos a cabo acciones puntuales para ayudar a nuestros conciudadanos en apuros. Eso mismo es lo que estamos haciendo por las víctimas del terremoto de los días 6 y 7 de octubre de 2018, a los que hay que ayudar a reconstruir sus hogares y a reencontrar su equilibrio psicológico.

La Archidiócesis de Cap-Haïtien dispone de más de 80 hectáreas de buenas tierras de cultivo que queremos explotar de una manera respetuosa con el medio ambiente, en el espíritu de la Encíclica Laudato si’ del Papa Francisco. Los estudiantes de la Facultad de Agronomía de la UDERS de Cap-Haitien (rama de la Universidad de Notre Dame de Haití) pueden realizar allí importantes experimentos. Además, la explotación de estas tierras puede ayudar a reducir la tasa de desempleo, fomentar la producción local y convencer a los trabajadores de que se queden en casa para ganarse la vida con su trabajo. Ahora ya siembran judías y maíz y crían ganado. El pozo que tenemos en una de estas tierras para abastecernos de agua hace que todas las probabilidades de éxito estén de nuestro lado. Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, escribe en su encíclica Laudato si’ que hay que combatir la pobreza a través de la protección del medio ambiente. Queremos aplicar esta indicación al pie de la letra.

¿Mantienen ustedes buenas relaciones con los miembros de las demás confesiones cristianas?

Tenemos buenas relaciones con los haitianos de todas las confesiones cristianas. Desde hace bastante tiempo, tenemos la costumbre de trabajar con ellos, y nuestro encuentro se basa en los importantes valores que compartimos. Esto es particularmente evidente en el ámbito ecológico, pues compartimos el mismo medio ambiente, y aquí todos estamos afectados. Con motivo de la publicación de la Encíclica Laudato Si’, organizamos una ceremonia que reunió a representantes de los cristianos protestantes, de los ateos y de los seguidores del vudú. ¡La ecología no tiene religión, nos concierne a todos!

Los problemas ambientales a menudo llaman a nuestra puerta en Haití y nos despiertan. Nuestro país es muy vulnerable a los desastres naturales. Sin embargo, me niego a que se la llame una tierra maldita. El Señor dio la tierra a los hijos de Adán para que la cultivaran. Nuestra felicidad viene de más lejos y se origina en el corazón amoroso del Creador; la geografía por sí sola no puede decidir nuestra felicidad o desgracia. Por el contrario, nos consideramos hijos bendecidos y amados por Dios.

 

We are a people who practise our faith. The churches are full and the clergy accompany people to help them live a Christian life and live their faith on a daily basis
«Somos un pueblo practicante. Las iglesias están llenas y el clero acompaña a las personas para ayudarlas a llevar una vida cristiana y a vivir su fe diariamente.»

 

¿Cómo es la situación de la Iglesia en Haití?

Somos un pueblo practicante. Las iglesias están llenas y el clero acompaña a las personas para ayudarlas a llevar una vida cristiana y a vivir su fe diariamente. Tenemos la dicha de contar con muchas vocaciones. En el seminario mayor interdiocesano de nuestro país, contamos con 102 estudiantes de Filosofía y 182 de Teología. El futuro de la Iglesia en Haití en términos de recursos humanos no es incierto. Los obispos de Haití y los formadores acompañan a los seminaristas para que se conviertan en sacerdotes que obran en consonancia con el corazón de Dios. El terremoto de 2010 destruyó los dos edificios destinados a la formación del seminario mayor de Notre Dame de Haití. Hoy, los obispos están buscando fondos para la reconstrucción de las instalaciones de este seminario mayor nacional en un mismo y único lugar, lo cual costará 9 millones de dólares. Estamos solicitando ayuda económica a organizaciones, Iglesias hermanas, Conferencias Episcopales, diócesis de aquí y de otros lugares para hacer posible este proyecto, que actualmente es una de las principales prioridades y urgencias de la Iglesia haitiana. Nos faltan 3 millones de dólares para empezar a reconstruir este centro de formación en 2019, proyecto que la Conferencia Episcopal de Haití considera prioritario.

¿Le gustaría dirigir unas palabras a los benefactores de ACN?

¡Gracias, por supuesto! Gracias por los donativos, pero también por las visitas de representantes de Ayuda a la Iglesia Necesitada a Haití y a mi Archidiócesis para ayudarnos a reconstruir lo que fue destruido por el terremoto del 2010. Rezamos todos los días por la salud física y espiritual de los benefactores de ACN y de los responsables de la Fundación. La reconstrucción todavía no ha finalizado y, mientras tanto, nuevas desgracias se han abatido sobre nosotros. La Iglesia en Haití necesita corazones que aman y almas generosas para sostener su misión pastoral y evangelizadora. Estamos muy agradecidos a ACN por su gran cercanía espiritual y su solidaridad efectiva y eficaz con Haití y su Iglesia.

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