Situada en el noroeste de África, la república islámica de Mauritania tiene unos 4,3 millones de habitantes y es uno de los países más pobres del mundo. Desde la década de 1970, el desierto se extiende cada vez más por ese país. Muchos ganaderos han perdido sus rebaños y se han visto forzados a emigrar con sus familias a los barrios más míseros de las ciudades. Debido al cambio climático, el aumento del nivel del mar también causa dificultades a la población, y algunas localidades costeras ya han dejado de ser habitables. La situación de la minoría cristiana del país también es difícil. La ayuda de ACN se destina aquí sobre todo a sacerdotes y religiosas que viven en la miseria.
El islam es la religión que profesa casi el 100% de la población. El total de los apenas 4.000 cristianos católicos son extranjeros. El obispo, los sacerdotes y las religiosas de la única diócesis del país proceden de 20 países distintos de Europa, Asia y África. No obstante, el trabajo de la Iglesia católica es apreciado por numerosos musulmanes. 27 religiosas atienden en Mauritania a mujeres embarazadas, enfermos, inmigrantes, presos y personas con discapacidad, casi todos ellos musulmanes.
Aquí los sacerdotes y las religiosas viven en la miseria
Las religiosas también trabajan en colegios y centros educativos. Allí dan clases a mujeres que no han podido asistir a la escuela y les enseñan habilidades prácticas, como coser, pero también a leer y escribir. También alimentan a niños desnutridos, cuyo número alcanza los 40.000 solo en la capital Nuakchot. En 2019, ACN proporcionó sustento económico a las 27 religiosas y apoyó a los diez sacerdotes de la diócesis con estipendios de Misas.