La Diócesis de Humaitá está situada en el noroeste de Brasil, en el estado de Amazonas. Tiene una superficie enorme, mayor que la de Grecia con sus algo menos de 136.000 kilómetros cuadrados, pero con 135.000 habitantes está muy poco poblada. Alrededor de 55.000 habitantes se concentran en la ciudad de Humaità, y el resto vive mayoritariamente en pequeños asentamientos a lo largo de los ríos y alrededor de los lagos de la región amazónica.
Muchas personas emigran a la ciudad. Especialmente las zonas periféricas, adonde emigran muchos habitantes de las regiones rurales, pero también de otros países iberoamericanos como Haití o Venezuela, suponen un reto para la pastoral, porque los problemas son numerosos. Al mismo tiempo, muchos creyentes viven en pequeños asentamientos en la selva, a orillas de ríos y lagos. A estas personas las llaman ribeirinhos, a saber, ribereños.
Los ribeirinhos siguen manteniendo su modo de vida tradicional, aunque les resulte cada vez más difícil, porque el contacto con el mundo moderno conlleva una pérdida de la identidad cultural. Además, se enfrentan a problemas como la deforestación de la selva y el acaparamiento de tierras por parte de los grandes terratenientes. Finalmente, a causa de la pandemia no solo han enfermado e incluso muerto muchos habitantes del Amazonas, sino que también ha aumentado la pobreza. Y es que, con la disminución del turismo, la gente ya no encuentra compradores para sus productos -la artesanía tradicional, por ejemplo-, con lo que ha perdido su fuente de ingresos. Por tanto, la pandemia ha empeorado aún más su ya precaria situación.
La Iglesia también se ve afectada por la creciente pobreza: por un lado, hay más personas que necesitan ayuda para aliviar sus necesidades materiales y espirituales, pero, por otro, los ingresos de la Iglesia, provenientes principalmente de las colectas, han caído en picado. Los sacerdotes, religiosos y diáconos activos en la diócesis necesitan ayuda urgente. El Obispo nos escribe: “Esta petición es un grito de socorro porque nuestros ingresos actuales no son suficientes para sostener a sacerdotes, religiosas y diáconos”.
Nosotros queremos apoyar a las diecisiete religiosas y a los dos diáconos permanentes que trabajan en la diócesis con un total de 11.460 euros, y a los cuatro sacerdotes y al Obispo con estipendios de Misa por un total de 8.275 euros. Esta ayuda no solo beneficia a los propios receptores directos, sino que es una contribución importante para que en estos tiempos puedan asistir a las personas que les han sido encomendadas.