Desde hace ya 18 años, en la zona pastoral de Guamà II, hay misioneros laicos que se desplazan, domingo tras domingo, a los pueblos más remotos para llevar a la gente la Buena Nueva de Cristo. En la parte trasera de un camión prestado recorren los caminos durante horas, independientemente del tiempo que haga. Hasta 150 kilómetros recorren por una peligrosa carretera costera llena de baches y bordeada por salientes rocosos. De comodidad no cabe hablar, y además se llevan consigo su propia comida porque la gente a la que visitan es muy pobre.
Este trabajo desinteresado de los misioneros laicos es la respuesta a la gran carencia de sacerdotes en esta región, en la que las sectas se extienden cada vez más e intentan captar a los católicos. Si la Iglesia no está presente, ya es tarde para remediarlo, y eso que la gente está muy interesada en la fe. La Hna. María Asunción Domínguez Castañeda de la congregación de las Hermanas Catequistas de Dolores Sopeña, que dirige esta iniciativa, nos informa: “La gente tiene sed de Dios, y esta es nuestra forma de llegar a ellos como Iglesia. Muchas personas que nunca han tenido contacto con la Iglesia ahora piden recibir los sacramentos”. Un sacerdote acompaña a los misioneros laicos tan a menudo como le es posible y administra los sacramentos.
Las religiosas forman a los misioneros laicos en cursos intensivos de una semana de duración y en cursos mensuales. Una vez cursada esta formación, los participantes dirigen Liturgias de la Palabra y ejercen de ministros de la Comunión y catequistas. Hay misioneros laicos de todas las edades, también algunos jóvenes. “Los creyentes saben apreciar el compromiso de los jóvenes”, asegura la Hna. María Asunción, que añade: “Creo que todo lo que podamos hacer por Cuba en estos momentos vale la pena”. ACN apoya este valioso proyecto con 12.000 euros. ¡Muchas gracias a todos los que contribuyen a ello!