La orden de la Visitación de Santa María fue fundada en 1610 por San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal. Las religiosas, conocidas también como Salesianas, viven en clausura y llevan una vida retirada dedicada a la oración y la contemplación. No obstante, algunas también se dedican al acompañamiento espiritual y la educación.
El nombre de la orden se debe a la visita de la Virgen a su prima Isabel (v. Lc 1,39-56), en la que Isabel bendice a María y María entona el Magnificat.
El emblema de la orden es el corazón traspasado de Jesús, enmarcado por una corona de espinas. Una de las santas más famosas de la orden es Santa Margarita María de Alacoque. En unas visiones de Cristo, esta santa recibió en el siglo XVII, en Paray-le-Monial en Francia, el encargo de promover y difundir la veneración de su Sagrado Corazón para remediar la ingratitud y la falta de amor de muchas personas hacia su Salvador. Jesús manifestó en las visiones su gran dolor por el hecho de que a muchas personas no les importara nada que él las amara hasta el punto de haber muerto por ellas en la cruz y haber permitido que traspasaran su corazón. La veneración del Corazón de Jesús es una respuesta a este amor infinito, y la festividad del Sagrado Corazón y la devoción de los nueve primeros viernes de mes para toda la Iglesia Católica se remontan a estas visiones.
En total, la orden cuenta actualmente con unas 2.500 religiosas presentes en más de 150 conventos en cuatro continentes.
En el convento de la Visitación de Málaga, en Colombia, han surgido últimamente de nuevo jóvenes vocaciones, tras varios años sin ellas. Entretanto, en el convento hay diez religiosas, siete de ellas con votos perpetuos.
Estas hermanas nos escriben: “Con nuestra vida contemplativa según la regla de nuestra orden, ofrecemos a Dios cada día nuestra oración, nuestro humilde servicio, nuestra gozosa penitencia y nuestra fraternal convivencia como oración viva por el mundo y la Santa Iglesia. Nos esforzamos por impulsar la formación continua de la comunidad y de cada una de nosotras con el fin de mejorar nuestra oración y nuestra vida espiritual. Compartimos los momentos de recreación y descanso en la alegría de estar juntas y de responder juntas a la llamada de Dios.
Toda nuestra vida -marcada en la obediencia por una rutina diaria que incluye momentos de oración, de silencio, de trabajo, de estudio y de vida en común- es un sacrificio silencioso que ofrecemos a Dios con amor por la salvación de las almas”.
Las religiosas confeccionan cirios para ganarse su humilde sustento, pero estos ingresos no alcanzan para costear las cosas más necesarias como, por ejemplo, la atención médica y las necesidades diarias. Por este motivo, han vuelto a dirigirse a Ayuda a la Iglesia Necesitada, y nosotros volvemos a ayudarlas este año con 3.500 euros.
