Indonesia: La vida de una joven católica en una sociedad musulmana

GANDHI AJENG ANAMPIANI Princesa Elisabeth, Ajeng, es una católica de 17 años que experimenta día a día qué significa ser cristiana en el país que tiene la mayor población musulmana del mundo: Indonesia.

Asiste a una escuela pública en su ciudad natal, Bekasi, en Java Occidental. De los 1.200 alumnos de la escuela, tan solo 24 son católicos, y ella es la única católica entre los 40 alumnos de su clase. Sin embargo, en el sistema escolar público del país están previstas las clases de religión según la fe de cada uno de los estudiantes. Por eso, Ajeng acude todos los viernes a las clases de religión católica. Está convencida de que la amistad es la clave para una armonía entre las religiones:

«Mi día a día es el mismo que el de los otros estudiantes. Las clases comienzan con una oración islámica. Aprovecho ese momento para rezar para mis adentros un “Padre Nuestro” y mostrar así el respeto que tengo a mis amigos que pertenecen a otras religiones; después, mientras que rezan sus oraciones, yo rezo un ”Ave María”. Así sigo rezando e intento ofrecer mi vida diaria a Dios.

En nuestra escuela, los profesores me ven como a los otros alumnos; no me tratan injustamente. El pasado año me pidieron representar a la escuela participando en un concurso de inglés que había en otra escuela. Como católica, me sentí especialmente orgullosa de tener esa oportunidad.

 

GANDHI AJENG ANAMPIANI
GANDHI AJENG ANAMPIANI Princesa Elisabeth

 

Las seis amigas con las que suelo salir son todas musulmanas. Soy la única católica, pero no me siento diferente a ellos; todas somos iguales. Recientemente fui a la fiesta de cumpleaños de mi amiga Dara, que se celebraba en su casa. Conocí a sus padres y también a otros parientes, que me recibieron con agrado. Conversamos tranquilamente, a pesar de que veían que no llevaba —como las otras amigas— un hiyab.

También cuando voy al centro comercial con mis seis amigas, suelo ser la única chica que no lleva hiyab; pero eso no me hace sentirme extraña; en nuestra amistad es algo normal desde hace mucho tiempo. Respeto la fe de mis amigas, como ellas también respetan la mía. Cuando estuvimos en el centro comercial me pidieron que guardara sus bolsas mientras que iban a una mezquita a orar».

Sin embargo, para los católicos en Indonesia hay algunos problemas evidentes; por ejemplo, el barrio en que vive Ajeng forma parte de la parroquia de Santa Clara, perteneciente a la Archidiócesis de Yakarta, la capital de Indonesia. Se precisó mucho tiempo hasta que las autoridades municipales dieron permiso a los creyentes de allí para construir una iglesia parroquial, pues algunos grupos musulmanes protestaron contra los planes de construcción en ese lugar.

«La parroquia de Santa Clara ha alquilado mientras tanto tres tiendas con escaparates. La denominamos la “Capilla de Asri”, que significa “la bella capilla”. Celebramos allí la Santa Misa y rezamos el rosario. También se desarrollan distintas actividades para niños y jóvenes. Para rezar, ese lugar no es ideal; pero en ese centro comercial se celebran al mismo tiempo, los domingos, las funciones religiosas de otras confesiones cristianas.

Me gusta vivir como una católica joven. Aunque somos una minoría rodeada por personas que son casi todas musulmanas, podemos convivir. Sé que la presencia de católicos no gusta a algunos… como los que protestaron por la construcción de nuestra iglesia; pero creo que la mayoría está dispuesta a vivir como hermanas y hermanos».

 

Se puede encontrar más información sobre la situación religiosa actual en el país en el Informe de Libertad Religiosa publicado por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en http://religious-freedom-report.org/es/report/indonesia/

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