“El amor de Dios sigue, en ocasiones, caminos impensables, pero alcanza siempre a aquellos que se dejan encontrar”, dijo Benedicto XVI con motivo de la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
Henry Bukenya de Uganda es uno de esos casos, pues se dejó encontrar. Pero nada era más incierto que eso porque cuando nació, su madre murió. “Nunca la conocí”. El padre, que tenía otras tres esposas y siete hijos, no quería saber nada de él. La abuela acogió al pequeño Henry, lo bautizó y lo llevó a la escuela y a la parroquia. Allí oyó hablar de la Virgen. “María es mi madre. Siempre que tenía un problema, acudía a ella, pero también para darle las gracias. Y así sigo haciéndolo hoy. Ella me acompaña en mi vida”. Henry se encontró con el Club del Rosario, que reúne a niños que tienen un amor especial por la Virgen y que participan en la iniciativa “Un millón de niños rezando el Rosario”. Hay más de diez mil niños en Uganda que se reúnen dos veces por semana para rezar el Rosario, y Henry participa. Durante años. Blythe Kaufmann, la fundadora del club, se fija en él, pues no todos los jóvenes rezan con tanta devoción como Henry. “María siempre nos lleva a
Jesús”, dice Henry, y su sonrisa dice aún más: fue Ella quien le hizo descubrir en su corazón la vocación al sacerdocio. Empieza a estudiar Filosofía y quiere ser sacerdote, pero en Uganda hay muchas vocaciones y la selección de los seminaristas es estricta. Su situación familiar, el padre con las tres mujeres, es el factor decisivo: no es aceptado en el seminario.
Henry no se rinde. Otra vez acude a su Madre, una y otra vez. Sobrevive con trabajos ocasionales y ayuda en la parroquia, especialmente en el Club del Rosario. Blythe percibe su vocación y habla con el Obispo Jaime Fuentes de Uruguay, que está de visita en Uganda. El Obispo inicia una intensa correspondencia con el que entretanto es ya un hombre joven, y se da cuenta de que Henry va en serio. Juntos deciden que Henry vaya a Uruguay para estudiar Teología en la Diócesis de Minas. También allí surgen de nuevo problemas: es el único seminarista. Así no se funda un seminario.
La Virgen ayuda de nuevo. Henry se aloja en en la Congregación de la Sagrada Familia, y estudia Teología en la universidad. Su objetivo es terminar sus estudios en tres años y luego “servir a Dios portoda la vida, dondequiera que me envíe, porque esa es mi vocación”. Henry se dejó encontrar y se ha dejado guiar a Uruguay, un país tan profundamente secularizado que casi podría calificarse de ateo o neopagano. Los sacerdotes no lo tienen fácil allí, y los sacerdotes negros, menos aún. Henry lo sabe, reza y estudia. La diócesis apenas puede pagar la matrícula, por lo que nos piden una
subvención de 1.270 euros. Henry diría humildemente: “Santa María, sede de la sabiduría, ruega por mí”.