El invierno ucraniano puede ser gélido, pero los precios de la energía no cesan de subir y el gas y el gasóleo para la calefacción se encarecen cada vez más. Esto supone un golpe especialmente duro para las religiosas que, ya de por sí, viven en la pobreza.
La Hna. Clara de las Benedictinas de Zhytómyr nos escribe: “Intentamos arreglárnoslas lo mejor que podemos, pero ahora hemos llegado a la conclusión de que no podemos continuar así y que necesitamos la ayuda de nuestros bienhechores”.
Ya el pasado invierno, las religiosas se dieron de baja en el suministro de gas, pues, ante el encarecimiento de los precios, ya no podían permitírselo. En su lugar, empezaron a caldear su convento con leña. Evidentemente, la leña también tienen que comprarla, pero esta cuesta la mitad que el gas. Por desgracia, el resultado no es bueno, pues la calefacción absorbe todo el calor, por lo que apenas es posible calentar el agua. Esto significa que las religiosas solo disponen de agua fría. Y es que si quieren calentarla, tienen que dejarla correr mucho tiempo hasta que finalmente sale caliente del grifo, y así se desperdicia mucha agua.
Una planta solar sería la solución, pues produciría calor de forma barata, pero primero hay que comprarla e instalarla, y esto supone una inversión demasiado grande para las religiosas. Por esta razón, se han dirigido a Aid to the Church in Need y nosotros queremos ayudarles para que no tengan que pasar frío en invierno y para que dispongan de agua caliente.