«Mientras los cristianos de todo el mundo se preparan para celebrar el nacimiento de Jesucristo, es de vital importancia que recordemos a todos aquellos que sufren persecución por su fe cristiana.
Recientemente, tuve el gran privilegio de conocer a un sacerdote que había atendido a los esrilanqueses gravemente heridos por los bárbaros ataques de este año contra iglesias en el día de Pascua de Resurrección. Con casi 260 muertos y más de 500 heridos a raíz de esta terrible atrocidad, el domingo, 21 de abril, se convirtió en el peor día individual de la violencia dirigida contra cristianos en la era moderna. No obstante, trágicamente, no fue un ejemplo aislado.
También conocí a una religiosa que me habló, muy emotivamente, de la situación en Siria, donde, con inmenso valor y en condiciones imposibles, provee un apoyo crucial a cristianos y otras personas que huyen de la violencia y la muerte. Según un informe publicado en octubre por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, hasta dos tercios de los cristianos han huido de Siria en una década. En Iraq, las comunidades cristianas han disminuido en hasta un noventa por ciento en el transcurso de una generación. Al igual que recordamos cómo el Niño Jesús huyó con sus padres a Egipto, recordemos también a las innumerables personas que soportan una terrible persecución o se ven obligadas a huir de sus hogares. Y reafirmémonos en nuestra determinación de prevenir que el Cristianismo desaparezca de la tierra de la Biblia.
La religiosa siria que conocí me entregó un regalo: una talla de la cabeza del Cristo Crucificado, realizada con madera extraída de una iglesia de Alepo destruida por las bombas. Con ocasión de esta fiesta santísima del calendario cristiano, permitidme aseguraros a los que lleváis hoy la cruz del sufrimiento que os tengo presentes en mis pensamientos y oraciones. Y a los cristianos de todo el mundo os deseo una Navidad pacífica, segura y santa».
SAR Charles, Príncipe de Gales