Días después del ataque a una iglesia protestante en el este de la República Democrática del Congo, Marcelo Oliveira, sacerdote comboniano, misionero en este país africano, denuncia el silencio de la comunidad internacional ante la terrible violencia y el miedo en el que vive la población, especialmente en las zonas donde operan diversas milicias armadas. «El terror es generalizado», dice este sacerdote en un mensaje enviado a Aid to the Church in Need (ACN).
El brutal atentado terrorista perpetrado el domingo 15 de enero contra una iglesia protestante en Kasindi, en la provincia de Kivu Norte, muy cerca de la frontera con Uganda, sigue suscitando mucha indignación por tratarse de un acto premeditado e intencionado contra una comunidad cristiana. El padre Marcelo Oliveira, sacerdote comboniano portugués, presente desde hace varios años en la República Democrática del Congo, habla incluso de insurgencia en su mensaje enviado a la sede portuguesa de ACN.
«Los atentados son frecuentes en esta zona de Kivu Norte, en el este del país, y el modus operandi de los rebeldes es atacar las aldeas, sembrando el terror entre la población que constantemente tiene que huir de sus pueblos, esconderse en medio de la selva y esperar a que [los rebeldes] abandonen las aldeas», explica el sacerdote. «El método es hacer huir a la gente para apoderarse de una parte del territorio donde hay inmensas riquezas», y añade que «el terror está muy extendido» en esta parte del país.
Para el P. Marcelo, administrador general de la provincia comboniana, lo más repugnante es el silencio con el que el mundo asiste a toda esta violencia contra poblaciones pobres e indefensas. «Hoy es un pueblo aquí, luego otro allá, y todo ello en silencio… y esto es lo que tantas veces nos subleva como misioneros, ver el silencio de la comunidad internacional, el silencio que reina cuando se masacran vidas humanas.»
El atentado contra la iglesia protestante del domingo 15 de enero forma parte de esta estrategia de terror. Esta vez, los autores del atentado, en el que se utilizó una bomba de fabricación casera, fueron las autodenominadas Fuerzas Democráticas Aliadas [ADF], que eligieron como objetivo una iglesia protestante en un día en que el templo estaba especialmente concurrido porque, como recuerda el padre Marcelo, «se celebraban bautizos». La bomba se colocó en medio de la asamblea y causó al menos 15 muertos y decenas de heridos.