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Nínive en Iraq: donde los sacerdotes ejercen de ingenieros

El P. Georges Jahola (Iglesia Siro-Católica) y el P. Salar Boudagh (Iglesia Caldea) son los responsables de la reconstrucción de varios pueblos cristianos de la llanura de Nínive.

En ocasiones, los sacerdotes deben improvisar y desempeñar otros papeles: educadores, padres, consejeros, profesores e incluso entrenadores. En Iraq, donde el llamado Estado Islámico ha dañado o destruido casi 13.000 casas de familias cristianas en la llanura de Nínive, los sacerdotes se ven obligados a hacer de ingenieros o topógrafos si quieren ver el día en el que sus fieles regresen a sus pueblos de origen.

Así, los planos topográficos a menudo remplazan las sotanas, y los sacerdotes, después de celebrar la Misa, se pegan al teléfono para encargar suministro eléctrico, puertas y ventanas, baños y demás material. “Aquí, en Iraq, si estas cosas no las hace la Iglesia, ¿quién las va a hacer? Nosotros tenemos la capacidad de actuar y de diálogo, y también los contactos”, explica el P. Georges Jahola, un sacerdote siro-católico originario de Baghdeda (Qaraqosh) que es miembro de la Comisión para la Reconstrucción de Nínive. Esta Comisión ha sido creada por iniciativa de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) con el fin de planificar la reconstrucción de las miles de casas cristianas destruidas por el Estado Islámico.

En Baghdeda, las casas de cristianos siro-católicos que deben ser restauradas son 6.327 (108 totalmente destruidas); y las de los cristianos siro-ortodoxos son 400 (solo 7 totalmente destruidas). Pero no faltan el entusiasmo ni la profesionalidad. “Tras la liberación, del 11 de noviembre al 3 de diciembre de 2016, fotografiamos en quince días laborales 6.000 casas en Baghdeda, que luego dividimos por sectores y cartografiamos, estableciendo el grado de deterioro de cada una. Hay casas muy dañadas o totalmente destruidas que serán reconstruidas de cero, casas incendiadas o alcanzadas por un misil que pueden ser restauradas, y, finalmente, hay casas parcialmente dañadas que podemos renovar con pocos medios. Cuando empezamos, contábamos con un equipo de 20 ingenieros voluntarios; ahora disponemos de 40 y de unos 2.000 obreros listos para iniciar las obras. Somos optimistas, pues el suministro de electricidad se está restableciendo lentamente por toda la ciudad”.

Las primeras obras de construcción se concentran en los pueblos en los que el Estado Islámico permaneció poco tiempo y donde no ocasionó demasiados daños. “Hemos iniciado la reconstrucción en Telleskof y Bakofa, porque ahí los daños en las viviendas no son demasiado graves, al contrario de lo que ocurre en Badnaya, donde el 80% de las casas están destruidas”, explica el P. Salar Boudagh, de 35 años de edad y Vicario General de la Diócesis caldea de Alqosh, además de miembro de la Comisión para la Reconstrucción de Nínive y responsable de la reconstrucción de la llanura de Nínive, que comprende cinco pueblos cristiano-caldeos: Telleskof, Bakofa, Badnaya, Telkef de la parte oriental y Karamles, este último, en la parte occidental de la llanura de Nínive.

“Antes de la llegada del Estado Islámico”, prosigue el P. Salar, “vivían en Telleskof 1.450 familias, en Bakofa 110, en Badnaya 950, en Telkef otras 700 y en Karamles 875. Para estas familias, la primera condición para retornar a sus pueblos es la seguridad. Nuestra zona, la parte oriental de la llanura de Nínive, está controlada por una fuerza de seguridad cristiana –los zeravani– que nos garantiza una seguridad del cien por ciento. Se trata de una milicia oficial retribuida por el Kurdistán”.

La segunda condición son los fondos. Las casi 13.000 casas que, tras el paso del Estado Islámico, necesitan ser renovadas, han sido clasificadas en función de un “coeficiente de deterioro”. “Se necesitan 7.000 dólares para renovar una vivienda ligeramente dañada”, explica el P. Salar mientras consulta los datos en su teléfono móvil: “Para restaurar una casa incendiada se necesitan 25.000 y para reconstruir una casa totalmente destruida, 65.000 dólares”. Y el P. Salar concluye: “Ruego a Dios por que los benefactores de ACN, que tanto nos han ayudado hasta hoy, sigan haciéndolo de todas las maneras posibles, y para que nos apoyen a la hora de reconstruir nuestras casas y nuestros pueblos, a fin de que las familias regresen y así podamos restablecer el Cristianismo en la tierra de los profetas”.

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