Cuatro personas muertas. El Cardenal Bo habla de una “tragedia humanitaria”.
En un “serio llamamiento”, el Cardenal Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangon (Rangún) y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, se ha dirigido a la comunidad internacional. El motivo es el ataque contra la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la ciudad de Kayanthayar, en el sureste del país, el lunes de Pentecostés. Cuatro personas murieron y ocho resultaron heridas, indica Mons. Bo en una declaración enviada a la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
El Cardenal condena el acto como una “tragedia humanitaria”, y señala que la gente había acudido a la iglesia para protegerse a sí y a sus familias. A raíz del ataque, ocurrido a medianoche, los supervivientes han “huido a la selva”, sin que se sepa nada más de ellos. “Entre estos hay muchos niños y ancianos que ahora se están muriendo de hambre y que carecen de asistencia médica”.
La iglesia misma también ha sufrido graves daños, indica Mons. Bo, a quien la evolución del país llena de “pena y dolor”.
Hablando en nombre de la Conferencia Episcopal de Myanmar, el Cardenal señala que “las iglesias, los hospitales y las escuelas están protegidos por la Convención de La Haya”, acusando de violación del derecho internacional a los militares, que volvieron a hacerse con el poder a principios de febrero. “Al margen de tratados y protocolos, deberíamos recordar que la sangre derramada no es la sangre de un enemigo. Las personas que han muerto o han resultado heridas son ciudadanos de este país”.
Más de 20.000 personas han huido a raíz de los enfrentamientos en Loikaw
Más de 20.000 personas han sido desplazadas por los combates en torno a Loikaw, la capital del estado de Kayah, cerca de la frontera con Tailandia, señala Mons. Bo. “Esto tiene que parar”, insiste el Cardenal, quien añade que la situación del pueblo ha empeorado aún más por la crisis del coronavirus. “Millones de personas corren peligro de morir de hambre, la pandemia les ha privado de sus medios de sustento y la amenaza de otra ola de Covid-19 es real”. El conflicto armado en esta situación es “una cruel anomalía”.
Según han informado los medios de comunicación internacionales, unas trescientas personas se habían refugiado en el recinto de la iglesia de Kayanthayar a raíz de los combates entre el Ejército y el grupo de resistencia de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF, por sus siglas en inglés), formado por miembros de la etnia karen. Aproximadamente la mitad de los habitantes del estado de Kayah son cristianos. Según las noticias, también en el vecino estado de Shan fue objetivo de fuego abierto del Ejército la catedral católica de Pekhon el domingo de Pentecostés.
“Myanmar está atravesando la más profunda oscuridad”
“La reciente escalada de violencia de este pasado Pentecostés, que ni siquiera se ha detenido ante los lugares de culto y las personas indefensas, nos conmociona profundamente”, ha declarado el presidente ejecutivo de ACN International Thomas Heine-Geldern.
“El pueblo de Myanmar lleva meses atravesando la más profunda oscuridad. La Iglesia, a través de sus llamamientos, pero más aún a través de su trabajo, subraya que, como pequeña minoría, está haciendo todo lo posible para promocionar a la paz y a la construcción de la nación, así como para acompañar al pueblo en su desgracia, que se ve magnificada aún más por la pandemia”. Por ello, Heine-Geldern ha señalado que ACN está apoyando a sacerdotes, catequistas, religiosas y familias necesitadas de Myanmar, especialmente, durante la crisis del coronavirus.
“Lo que los cristianos de Myanmar necesitan, además de caridad activa, es la oración, y también el Cardenal Bo ha insistido en ello en su llamamiento”, subraya Heine-Geldern. “Roguemos al Señor para que los responsables políticos y militares de Myanmar entren en razón, y para que la paz vuelva a reinar pronto allí”.