El mes de septiembre del 2017 será difícil de olvidar para el pueblo mexicano. Dos terremotos separados sólo por 12 días, el 07 y el 19 de Septiembre dejaron miles de familias destrozadas, 471 víctimas mortales y más de 12 millones de afectados. La mayoría en la Ciudad de México pero también en otros Estados como Cuernavaca, Oaxaca o Puebla. Aún quedan en nuestra memoria las imágenes de edificios cayendo como si fueran casas de papel, carreteras y puentes destrozados y también, la solidaridad de este país sacando todas sus fuerzas para buscar incesablemente supervivientes entre los escombros.
Un país de nuevo pisoteado por una catástrofe natural. “Los procesos de ayuda para la reconstrucción de México han sido confusos y las personas afectadas siguen manifestando su descontento, ya que los trámites administrativos para ser beneficiados con apoyos para rehabilitar sus viviendas, han sido lentos y poco claros” según detalla Julieta Appendini, directora de Aid to the Church in Need (ACN) en México.
Por su parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano identificó 1.850 templos católicos dañados en 26 diócesis. De ellos, 1.603 son propiedad del gobierno, lo que implica que son ellos los responsables para reconstruir, e incluso imposible que las autoridades eclesiales intervengan. Según la ley mexicana las iglesias son posesión de la nación dependiendo el año en que fueron construidas. Se trata de 17 catedrales, cuatro basílicas, 44 santuarios, 76 conventos, 226 capillas, 31 oficinas o casas parroquiales, once seminarios, 1411 parroquias y 30 inmuebles en proceso de identificaciones. Se calcula que su reconstrucción tardará entre tres y seis años.
Parte de las iglesias y templos que no son propiedad del Estado, están siendo reconstruidas por la Conferencia Episcopal Mexicana, con la ayuda de fundaciones como Aid to the Church in Need, quien después de las primeras ayudas de emergencia dirigidas a 23 poblaciones de los municipios de San Mateo del Mar y Unión Hidalgo en Oaxaca, donde hubo comunidades de hasta 10 mil personas que tuvieron que refugiarse en territorios aledaños, puesto que sus viviendas estaban totalmente destruidas, sigue colaborando actualmente con proyectos de reconstrucción de templos. Ya están en curso la reparación del convento de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento de Cuernavaca, que tuvo que ser en gran parte demolido después del terremoto; de la iglesia de la comunidad de las Bienaventuranzas en Puebla o de la casa madre y la antigua capilla de las Discípulas de Jesús Buen Pastor.
“Estuve presente en Jojutla, uno de los lugares más devastados del país” recuerda Julieta Appendini. “Escuché la historia de Mario, un niño que quedó mudo unos días después del sismo, después de vivir en su escuela la tragedia. La mamá lo llevó a la Iglesia que quedó de pie para dar gracias a Dios que estaban vivos. Y al ver a Jesús lo primero que dijo Mario fue ‘ese señor es quien nos salvó. Él detuvo el edificio, nos dijo que saliéramos y se esperó hasta que todos estuvimos afuera y después el edificio cayó’. Pienso que en los momentos de mayor tragedia, es Dios quien siempre nos acompaña y da fuerza para seguir adelante. Por eso es muy importante para ellos reconstruir sus templos”, recalca la directora de ACN México.
En total la fundación pontificia ha cooperado en cinco proyectos en cinco diócesis diferentes, por un total de 150.000 €. Está estudiando en estos momentos un proyecto de reconstrucción en la diócesis de Cuernavaca, cerca del epicentro del segundo terremoto (19 de septiembre 2017).