Los catequistas -a menudo arriesgando sus vidas- son los pilares de la Iglesia en Burkina Faso. En las aldeas y en los campamentos de desplazados, garantizan la continuidad de la fe en ausencia de sacerdotes, a pesar de las amenazas terroristas que pesan sobre ellos. En una entrevista con ACN, un sacerdote de la diócesis de Kaya explica que ser catequista en este país significa darse del todo, guiados por una fe inquebrantable y un servicio incansable a su comunidad cristiana.
«Los catequistas son los héroes de la Iglesia en Burkina Faso», dice el padre Edgard Ouedraogo, director del centro de formación para catequistas de la diócesis de Kaya en Aid to the Church in Need (ACN). Particularmente en Burkina Faso hoy, el hecho de que durante el rito de la institución se entregue un crucifijo al catequista se refiere a la realidad de su vida. «Entre los agentes pastorales, los catequistas son los más expuestos y los que pagan el precio más alto por la guerra terrorista: ha habido más mártires entre ellos que de sacerdotes», explica el padre Ouedraogo.
En muchos países de la región del Sahel, los catequistas desempeñan un papel central en la Iglesia, especialmente en aquellas zonas sin sacerdotes. Desde que comenzaron los ataques terroristas en Burkina Faso en 2015, su misión se ha vuelto aún más esencial. Aunque muchos sacerdotes se han visto obligados a desplazarse o huir, la vida parroquial en muchas parroquias se mantiene solo gracias al compromiso de los catequistas: «Son el relevo del párroco tanto en las aldeas como en los campamentos de desplazados”, dice el sacerdote. ”Son los catequistas los que presiden las celebraciones dominicales en su ausencia, los que imparten el catecismo, los que animan a la población a rezar el rosario e incluso a la Liturgia de las Horas, son también los que están presentes al lado de la cama de los enfermos. En nuestro país no podemos prescindir de los catequistas», dice el sacerdote.
Una formación como en el seminario mayor
Por ese motivo su formación es exigente: durante los cuatro años de formación, la familia del futuro catequista convive en comunidad con otras familias de futuros catequistas. Su vida de oración común se asemeja a la de un seminario mayor: misa, laudes, sexta, vísperas, completas, rosario, adoración eucarística… A veces, las esposas de los futuros catequistas siguen la misma formación que sus maridos y luego reciben la misión de animar la comunidad cristiana junto a la de sus esposos.
Cuando se le pregunta sobre las razones que empujan hoy a una persona en Burkina Faso a convertirse en catequista, a pesar de los enormes riesgos para su vida, el director del centro de formación de catequistas responde: «Hay que estar profundamente convencido de abrazar este servicio. Son personas dispuestas a ofrecer sus vidas, hasta el final, por Cristo. Este don, por sí mismo, se manifiesta también en el hecho de que los catequistas, al no ser remunerados, deben confiar totalmente en la divina providencia. El padre Ouedraogo subraya que el catequista está tan dedicado al servicio a la comunidad cristiana que no tiene tiempo para cultivar la tierra y por lo tanto no tiene un ingreso estable para alimentar a su familia. «Si la comunidad puede apoyar al catequista, lo hace, pero muy a menudo es al revés: especialmente en estos tiempos difíciles, no es raro que sea él quien preste su ayuda a los demás cristianos».
Es por eso por lo que el santo padre pide apoyar la vida de los catequistas y por eso ACN los apoya con muchos proyectos en Burkina Faso: desde hace años pero especialmente durante este tiempo navideño la fundación los ayuda con programas de formación, con su alimentación y la tasa de escolarización de sus hijos.
El padre Ouedraogo envía un mensaje de gratitud a los benefactores de ACN, un mensaje compartido por la iglesia local de su diócesis de Kaya: «La Iglesia en Burkina Faso, y en particular mi diócesis, no podría mostrar el rostro de Cristo misericordioso a los fieles sin el apoyo de ACN y sus benefactores”, expresa en el mensaje. “Ahora bien, si la Iglesia no es misionera, no tiene razón de ser. ¡Sin la ayuda de ACN, los agentes pastorales no podrían transmitir su fe! Debido a la inseguridad, enfrentaríamos una crisis alimentaria aún mayor, la situación sería aún más catastrófica. ¡Estamos muy agradecidos por toda la ayuda que recibimos de ustedes y rezamos por ustedes, para que el Señor bendiga a su fundación y a los benefactores!”.
Por Sina Hartert.