Sor Shobka Rani Talari sonríe cuando se sube a su nueva motocicleta. Los malos caminos que a menudo la llevan a la selva no son capaces de disuadirla de su trabajo en la misión de Chhaygaon, que se encuentra en la archidiócesis de Guwahati, en una zona pobre del noreste de la India. Siempre está de un lado para otro porque es una «religiosa itinerante», una religiosa que visita un día sí y otro también a la gente de pueblos remotos. Su ayuda se necesita urgentemente porque en las aldeas, muchas de las cuales están en la selva, no hay atención médica ni electricidad y casi nadie sabe leer y escribir. La pobreza es grande, las condiciones higiénicas son malas y en las familias hay muchos problemas. Los matrimonios se celebran frecuentemente demasiado pronto, los niños quedan abandonados a su suerte mientras que los padres se encargan de alimentar a la familia más mal que bien. La cosecha de sus pequeños terrenos no pocas veces es víctima de elefantes salvajes u otros animales.
Sor Shobka Rani Talari visita a las familias para comprobar si una persona enferma precisa tratamiento, como Benedict Rabha, un niño de 10 años que se cayó de un árbol y tuvo que ser trasladado al hospital. Habla con la gente y les da valiosos consejos para que se mantenga sana. Enseña cómo conseguir mejores resultados, y también convence a los padres para que envíen a sus hijos a la escuela, pues es la única manera de darles una oportunidad de desarrollo y esperanza de mejorar las condiciones de vida. Sus hermanas de la Congregación de las Hijas de la Divina Providencia dirigen un pequeño internado para que los niños de las aldeas remotas también puedan asistir a la escuela. Ella misma dirige una escuela de pueblo con 100 alumnos, a menudo se necesita persuasión porque muchos padres no comprenden la necesidad de formarse. La religiosa también trabaja con 80 mujeres a las que instruye para que ayuden a otras mujeres mediante la obstetricia y la atención durante el embarazo, el apoyo en la educación de los hijos y la divulgación de los peligros del abuso del alcohol y del consumo de tabaco.
En tiempos de la pandemia producida por el coronavirus, esta ayuda es más necesaria que nunca. Sor Lilly Urakadan, la superiora, dice: «hemos podido ayudar a 320 familias que sufrían una gran necesidad». Además, las religiosas han creado un centro de cuarentena en su escuela para alojar a las personas que necesitan aislarse debido a la infección por COVID-19, ya que no pueden hacerlo en sus pequeñas casas donde viven juntos numerosos miembros de la familia en un espacio muy reducido. India ocupa el tercer lugar entre los países más afectados por la pandemia.
Pero sor Shobka Rani, a veces, también se dirige a las autoridades locales para «hacer que se muevan». Ha conseguido iluminación con energía solar para una aldea donde varias veces habían entrado elefantes por la noche, desde ese momento los elefantes se han mantenido alejados. Y también, una de las malas carreteras se ampliará por fin en 2021. Estos son grandes avances en un área subdesarrollada y olvidada.
Pero lo más importante es la atención pastoral en la que las religiosas colaboran estrechamente con el párroco. La iglesia es todavía joven en esta región porque la población, perteneciente a diferentes grupos étnicos indígenas, ha pasado de las religiones tribales tradicionales al cristianismo. Su celo por la fe es grande y participan con entusiasmo en la vida de la iglesia, pero necesitan orientación y profundización en su camino. En las aldeas remotas donde no se puede celebrar la Eucaristía todos los domingos, los fieles se reúnen para rezar el rosario u otras oraciones y devociones. Los catequistas que difunden y fortalecen la fe desempeñan un papel importante, las religiosas también son responsables de su continua formación.
Sin un vehículo, el trabajo de una «religiosa itinerante» es muy arduo. Gracias a la ayuda de la Fundación ACN, que donó 930 euros, la orden pudo finalmente conseguir una motocicleta propia. «Desde que sor Shobka Rani consiguió la moto, ha podido duplicar el número de visitas a los pueblos», dice la superiora. Y esta escribe: «estamos muy agradecidas por su generosa ayuda. Les aseguramos nuestras oraciones por ustedes y todos los benefactores. Por favor, recen por nosotras para que podamos proclamar siempre el Reino de Dios con gran celo, a través de nuestras palabras y de nuestras acciones».
En el último año, ACN ha proporcionado a religiosos, sacerdotes y catequistas un total de 266 automóviles, 119 motocicletas, 266 bicicletas y 12 barcos para la atención pastoral.