“Vosotros me habéis mostrado la belleza de la universalidad de la Iglesia”, dice el P. Habtelel Ghebray de Eritrea, y el P. Hagos Danne de Etiopía nos da así las gracias: “Con todos los sacerdotes hermanos procedentes de todo el mundo ha sido como estar en una gran familia. La Iglesia Católica es una gran familia”. Ambos sacerdotes participaron en Roma en un curso de formación continua para formadores de seminarios de todo el mundo.
Cada año, este curso reúne a más de un centenar de profesores y rectores de todo el mundo.
Durante un mes, en el Instituto Regina Apostolorum, no sólo refrescan sus conocimientos teóricos y se ponen al día de lo último en materia de formación, sino que también experimentan a través de la oración, las Misas y las excursiones en la Ciudad Eterna la profundidad de la “fraternidad sacramental” de la que habla la Congregación para el Clero en sus directrices para la formación de sacerdotes. La conciencia de esta fraternidad y de este ministerio sacramental requiere una profundización permanente. El Santo Patrón de los sacerdotes, el Santo Cura de Ars, dijo: «¡Oh, qué grande es el sacerdote! Él mismo solo lo entenderá en el cielo. Él tiene la llave de los tesoros celestiales. El sacerdote no es un sacerdote para sí mismo; él no se da la absolución, no se da los sacramentos.
No es un sacerdote para sí mismo, lo es para vosotros”. La conciencia de ello es lo que los formadores deben transmitir a los seminaristas, y el encuentro fraterno los fortalece en esta tarea. La mayoría de ellos provienen de África e Iberoamérica: de países donde la Iglesia es rica en vocaciones, pero demasiado pobre en recursos para pagar este curso. Nosotros le destinamos más de 100.000 euros cada año. Aquí podemos ayudar, y lo hacemos gracias a vuestra generosidad. Se trata de una ayuda para todos nosotros.