Mons. Paul Hinder es el Vicario Apostólico del sur de Arabia, por lo que será el anfitrión del Papa cuando el Santo Padre viaje este domingo a Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos. «Aid to the Church in Need» ha mantenido una conversación con el capuchino suizo sobre la tolerancia en la vida diaria, la falta de libertad religiosa y las expectativas que despierta el viaje de Papa
Excelencia: el Papa Francisco va a visitar Abu Dhabi. ¿Es exagerado hablar de un viaje histórico?
No, no lo es. Se trata de un viaje histórico sobre todo por dos razones. En primer lugar: durante toda la historia de la Iglesia nunca antes había visitado un Papa la Península Arábiga. En segundo lugar: por primera vez se celebrará una Eucaristía en un terreno público, que el Gobierno ha puesto a disposición para ello.
Esperan la presencia de más de 130.000 fieles, que se reunirán públicamente con ocasión de la Misa papal. En el país vecino, Arabia Saudí, sería impensable, pues allí ni siquiera existen iglesias. ¿Por qué la situación es distinta en los Emiratos Árabes Unidos?
El grado de libertad de culto, es decir la posibilidad de celebrar la Eucaristía en grupos, difiere en el mundo árabe de un país a otro. Mientras que en Arabia Saudí solo se toleran celebraciones eucarísticas en privado y en grupos relativamente pequeños, en otros países —sobre todo aquí, en los Emiratos Árabes Unidos— hay iglesias a las que acuden miles de fieles todas las semanas, e incluso a diario. Esta libertad de culto tiene su origen en la apertura y tolerancia de los diferentes gobernantes. Durante las últimas décadas, este ha sido el caso, sobre todo, de Bahrein y de los Emiratos Árabes Unidos, pero también de Omán.
Es decir que los gobernantes de los Emiratos Árabes Unidos se muestran relativamente abiertos frente a los cristianos. ¿Cómo es la situación entre la población?
Vivo desde hace 15 años en Abu Dhabi y nunca he advertido enemistad. Por supuesto sabemos que en todos los países islámicos, los no musulmanes —y no solo los cristianos— tienen que someterse a las reglas sociales del Islam. Pero por otro lado, en la población autóctona veo un gran respeto a los cristianos. Lo estamos experimentando especialmente ahora ante la visita del Papa.
¿Cómo?
He recibido por parte de musulmanes diversas consultas de cómo nos pueden ayudar en los preparativos. Muchos han mostrado interés en asistir a la Misa. El Gobierno hace también todo lo posible para que el mayor número posible de fieles puedan ver al Papa.
¿Está relacionada esta disposición a ayudar con la popularidad del Papa Francisco?
Tras la elección del Cardenal Jorge Bergoglio como Papa Francisco siempre me llegaron reacciones muy positivas por parte de musulmanes, y esto se aprecia también ahora. Desde el anuncio de su visita solo he experimentado muestras de alegría y de orgullo de que el Papa venga a los Emiratos.
¿Cuál es el origen de este viaje?
Hay varias razones para esta visita. Durante los últimos años se han cursado al Papa diversas invitaciones procedentes de toda la región, incluidos los Emiratos Árabes Unidos. Y también la Iglesia local ha expresado al Papa su deseo de que viniera aquí.
En los Emiratos, la Iglesia se compone únicamente de extranjeros, sobre todo de trabajadores de otros países. ¿Qué problemas le supone eso a usted, como obispo?
Uno de los problemas pastorales más urgentes es fortalecer a nuestra gente en la fe, animarles a conservar y confesar con valentía su identidad cristiana y católica, incluso en un ambiente en el que no siempre resulta fácil. Pienso por ejemplo en empleadas del hogar o en obreros de la construcción que no solo han de trabajar duramente, sino que a veces se ven expuestos al celo por parte de sus empleadores o colegas musulmanes para que se conviertan al islam.
¿Qué sucede cuando un musulmán del país quiere convertirse al cristianismo?
No conozco ningún país musulmán en que exista plena libertad religiosa. Incluso allí donde la conversión de un musulmán a otra religión no está perseguida por el Derecho penal, el entorno —y sobre todo la familia— reacciona con ostracismo e incluso con violencia física. Como he dicho, la libertad de culto es mayor o menor dependiendo del país.
¿Tiene suficientes iglesias y sacerdotes?
Sería de desear contar con más iglesias, pues el número de nuestras parroquias sigue siendo muy desproporcionado en relación con el número de fieles. En los Emiratos Árabes Unidos tenemos nueve parroquias, demasiado pocas para casi un millón de católicos. Además tenemos que tener en cuenta que —a diferencia de otras iglesias— la nuestra es internacional y políglota y que entre nosotros se encuentran católicos de diferentes ritos. Otro desafío pastoral consiste en que los fieles, por su situación de migrantes, se enfrentan a muchos problemas morales que antes no podían imaginar. Esto puede decirse sobre todo de hombres y mujeres que, por su trabajo, frecuentemente han de vivir más de un año separados de sus cónyuges. No es infrecuente que se rompan matrimonios cuando nacen nuevas relaciones «provisionales».
¿Cómo puede contribuir el viaje del Papa a mejorar la situación de los cristianos en el mundo islámico?
Espero que la visita del Papa cambie positivamente el ambiente. Pero tampoco podemos esperar milagros del viaje. Lo decisivo es que los cristianos seamos testigos fidedignos del mensaje de Cristo. Y esto también significa sobrellevar con humildad que, por así decir, no podemos ser los primeros violinistas en esta sociedad. A veces es suficiente con tocar bien la flauta para entusiasmar a los demás.
¿Quiere esto decir que también sería posible que del viaje del Papa quede poco más que una reunión amistosa y alguna que otra foto?
Ya veremos hasta qué punto el viaje tiene frutos a largo plazo. En alemán decimos que “una golondrina no hace verano”. El diálogo con otra religión y sus representantes precisa tiempo y paciencia, y necesariamente habrá retrocesos. Esto también puede decirse del ecumenismo entre las confesiones cristianas. Si crece el respeto mutuo y a esto le sigue una actuación conjunta en cuestiones que van más allá de la religión, ya se ha conseguido bastante. Pensemos en los desafíos en el campo del compromiso por la paz o de la preocupación por la casa común de la creación.