Dolly Sarwar Bhatti es una niña católica de 11 años de edad que cursa quinto grado en Karachi, la ciudad más grande de Pakistán y su lugar de nacimiento. Dolly cuenta a la fundación pontificia Aid to the Church in Need las preocupaciones cotidianas de una niña cristiana de familia pobre, que vive en un país donde los cristianos son el blanco del radicalismo islámico, ya sea a través de la violencia o por la ley de blasfemia del país.
“El año pasado me sentí muy infeliz porque mi padre enfermó. Tuvo hepatitis y por eso perdió el trabajo. Por esta razón no tenemos dinero para pagar las tasas escolares, y nuestra maestra se ha quedado con nuestras mochilas escolares. Ese fue el momento más triste de mi vida, porque adoro ir a la escuela y estudiar, pero ahora, ni mi hermana y mi hermano más jóvenes ni yo podemos hacerlo.
“A pesar de aprobar nuestros exámenes, tenemos que quedarnos en casa. Nuestra maestra nos ha dicho que ni siquiera podemos recibir los resultados de los exámenes y que incluso es posible que no podamos acudir al inicio de las clases el año que viene. Tampoco tenemos dinero para comprar libros. Mi abuela materna nos solía ayudar con comida y también con las tasas escolares, pero ha muerto. Rezo a Dios para que su alma repose en paz.
“Dios siempre nos ayuda y nos infunde fuerzas. Incluso en estos momentos de oscuridad, puedo ver la luz cuando voy a la iglesia y leo la Biblia. Leo la Biblia con regularidad y acudo cada tarde a la iglesia. Esos son momentos de alegría y gozo, porque sé que Dios hace buenas cosas por nosotros, que ayuda a Su pueblo. Mi madre y mi padre siempre están llenos de esta alegría. Rezamos con regularidad en familia. Mi familia siempre es mi fuerza; siempre siento que Dios está conmigo y que nunca nos ha abandonado a mí o a mi familia, a pesar de que estemos atravesando momentos difíciles. Siempre llevo mi Biblia conmigo y leo pasajes que me infunden fuerza y alegría.
“La zona en la que vivimos no es segura. La mayoría de los habitantes de la zona son pastunes, y muchos de ellos guardan relación con el terrorismo y el tráfico de drogas. Este país no es seguro debido al terrorismo y las bombas.
“En estos días, los cristianos no viven seguros en Pakistán, sobre todo, las niñas, que a menudo son víctimas de violaciones y asesinatos. Por este motivo, nunca salimos de casa sin nuestros padres ni jugamos fuera en la calle.
“No conozco personalmente a nadie acusado de blasfemia, pero me conmocionó mucho la noticia de una pareja cristiana que fue quemada viva por una turba, y también he oído una historia sobre un niño cristiano llamado Sajid que fue torturado por musulmanes. Son noticias muy malas. Estas noticias las obtenemos a través de nuestros amigos de la escuela y familiares. A menudo tengo miedo. Tengo miedo de que alguien acuse a mi padre, a mi madre o a mí misma, pues es una forma fácil de atacar a alguien en este país.
“Nosotros podemos practicar libremente el culto en nuestra iglesia y no hemos sido víctimas de la violencia, pero a la puerta de nuestra iglesia siempre hay dos jóvenes que comprueban que no entre nadie violento.
“A menudo, en la zona en la que vivo con mi familia y también en la escuela me he sentido discriminada, incluso a pesar de ser una escuela misionera. Los niños y niñas musulmanes siempre tratan a las niñas cristianas de cheap (barato), lo cual significa que no quieren beber agua del mismo grifo del que bebe una niña cristiana y que no quieren sentarse junto a mí o junto a otras niñas cristianas.
“En mi anterior escuela, una pública, me sentía muy a disgusto por algunos de mis libros de texto, porque se referían a los no musulmanes de una forma que me incomodaba. Por ejemplo, existe la palabra kafir, que significa no creyente, y hacen referencia a alguien con quien los musulmanes no quieren sentarse o comer.
“No obstante, amo a mi país, porque mi familia y mis tíos y tías viven aquí. Me gustaría que todos pudiéramos emigrar a otro país donde nos respetaran más y donde hubiera educación gratuita; donde mi familia y yo estuviéramos seguros.
“Quiero ser azafata de vuelo. Todavía tengo fe en que mi vida será exitosa, porque soy buena estudiante e hija de Dios. Sí, como cristiana tengo esperanza de que el mundo se volverá más pacífico y lo mismo deseo para mi país.
“Los demás países y nuestros propios líderes muestran poco interés en ayudar a resolver nuestros problemas. Nadie está contribuyendo a solucionar el problema de la pobreza y la falta de educación. Si nos ayudaran en el ámbito de la educación, no habría un doble estándar. El nivel educativo de las escuelas públicas es muy bajo comparado con el de las escuelas privadas, cuyas tasas son tan altas que solo los poderosos pueden permitírselas. También las tasas para las escuelas misioneras son altas.
“¿Hay cristianos en Occidente? Yo pensaba que en Occidente solo vivían musulmanes, pero si esto no es así, ¿por qué esos cristianos no vienen aquí para atenuar nuestros problemas? Si los niños cristianos pakistanís no obtienen una buena educación, no serán capaces de conseguir puestos respetables y se verán obligados a realizar trabajos muy humildes como barrer las calles y limpiar las alcantarillas.
Mis oraciones favoritas cuando tengo miedo son el Padre Nuestro y el Ave María. Estas oraciones siempre me dan fuerzas. Si tuviera la oportunidad de hablar con líderes mundiales, solo les pediría que promuevan la paz en el mundo. ¡Nadie en el mundo debería morir a causa de bombas o acusaciones de blasfemia!”