Las tensiones actuales entre los dos poderes no deben intensificarse. Irak ha estado sufriendo guerras de poder durante décadas; han destrozado nuestro país.Somos un pueblo valiente de esperanza. Desde la derrota del ISIS en mayo de 2017 por las fuerzas de la coalición, nuestra arquidiócesis ha estado trabajando con otros líderes de la iglesia, agencias cristianas, agencias humanitarias, gobiernos y ONG para ayudar a reconstruir nuestras comunidades fracturadas, en Mosul y la Llanura de Nínive. Ha sido un camino muy desafiante para recaudar fondos y apoyo internacional para ayudarnos a recuperar físicamente lo que perdimos, a partir de agosto de 2014.
Las tensiones actuales amenazan la grave fragilidad de las comunidades, que están cansadas de la guerra y las trágicas consecuencias de la misma. Han sufrido demasiado y ya no pueden enfrentar un futuro desconocido. Necesitan la certeza, la tranquilidad, la esperanza y la creencia de que Irak puede ser un país pacífico para vivir, en lugar de ser víctimas y daños colaterales. Como líderes de la Iglesia, siempre seguiremos el camino de Dios al buscar la paz, la reconciliación, el diálogo mutuo y no el conflicto. Su Beatitud el Cardenal Sako, Patriarca de la Iglesia Caldea, expresa con razón los temores y las ansiedades de la gente, y su esperanza de salvarse del daño y la tragedia de la guerra. Estamos unidos en su llamado a buscar prudentemente un diálogo civilizado y rezar por la paz.Buscamos la acción urgente de la comunidad internacional para que utilice su influencia para calmar las tensiones.