¡Duc in altum! “¡Navega mar adentro!” (Lc 5,4). Cristo no exige nada inusual y mucho menos algo imposible para que ocurran milagros, pero exige fe y a veces esfuerzo. Con el viejo barco de transporte “Magnificat”, los catequistas y misioneros de la Diócesis de Lisala (República Democrática del Congo) han navegado por el ancho río del Congo hasta las comunidades de creyentes de las islas del río y de las orillas.
En otoño del año pasado, se levantó el viento. Como en el Mar de Galilea, la barca fue arrojada de un lado a otro por las olas, la tormenta la apartó de su rumbo, una ráfaga de viento la arrojó contra un árbol en la orilla, una rama atravesó el casco y la barca hizo aguas. El primer milagro: nadie resultó herido. Pero la bodega se llenó de agua y ya no se podía maniobrar la nave.
Mons. Ernest Ngboko Ngombe hizo lo que pudo, pero el rescate del barco y las primeras reparaciones devoraron las reservas de la diócesis. Y ahora los fieles esperan el segundo milagro: que llegue ayuda, porque necesitan el barco. Mons. Ernest nos pide en torno a 8.700 euros para que la “Magnificat” con los pescadores de hombres pueda volver a navegar.