Los obispos de Nigeria han emitido un comunicado oficial en el que piden al presidente que «considere la posibilidad de hacerse a un lado» y acusan al gobierno de fallos de seguridad a los que achacan el asesinato de 17 cristianos, incluidos dos sacerdotes.
El padre Joseph Gor, el padre Felix Tyolaha y quince feligreses fueron asesinados por hombres armados durante una misa funeral en Mbalom (estado de Benue). Hay informaciones que apuntan que unos treinta militantes Fulani esperaron que los fieles se reunieran en la iglesia antes de atacar. También quemaron alrededor de cincuenta casas en la zona.
La Conferencia Episcopal Católica de Nigeria emitió una declaración oficial en la que condena a los «terroristas violentos y asesinos» y pregunta: » (…) ¿Cómo puede el gobierno federal quedarse al margen mientras sus agentes de seguridad hacen la vista gorda ante los gritos y aullidos de los ciudadanos impotentes y desarmados, que se han convertido en presas fáciles en sus casas, granjas, carreteras y ahora, incluso en sus lugares sagrados de culto?»
Los obispos enfatizan, escribiendo en negrita: «(…) Es hora de que [el presidente de Nigeria, Mudammadu Buhari] elija la opción honorable y considere hacerse a un lado para salvar a la nación del colapso total.»
Los obispos acusan al presidente de ignorar los reiterados llamamientos para aumentar la seguridad y afirman: «Ya no debería seguir presidiendo los campos de la muerte y la fosa común en los que se ha convertido nuestro país.»
Escrito a raíz de los asesinatos que tuvieron lugar durante la misa funeral el pasado 24 de abril, los obispos aseguran en su comunicado que han perdido la confianza en las fuerzas de seguridad del estado y declaran: «Frente a estas oscuras nubes de miedo y ansiedad, a nuestra gente se le dice diariamente que se defienda. ¿Pero con qué van a defenderse?”
La declaración señala que «el gobierno debe alentar y capacitar a los ciudadanos para que se protejan a sí mismos y a su entorno. Éste no es el momento de desarmar a la gente con armas legítimas de autodefensa”.
La declaración de la Conferencia Episcopal Católica de Nigeria informa de que, ya en enero, el padre Gor, uno de los sacerdotes asesinados el 24 de abril, había advertido sobre la continua amenaza que representaban los pastores Fulani, de los que dijo: «Siguen pastando a nuestro alrededor. No tenemos armas para defendernos.'»
El padre Alexander Yeyock, párroco de la Iglesia católica de San Juan en la aldea Asso en el vecino estado de Kaduna, destaca la preocupación por la seguridad en el Cinturón Medio (Middle-Belt) de Nigeria. «La preocupación ahora es que la nación entera no dependa tanto de la protección de la seguridad nacional”, le dijo a la Fundación Pontificia Internacional Aid to the Church in Need. “Cada individuo, grupo y comunidad debe luchar para defenderse. Esto resulta gravemente desafortunado.”
La parroquia del padre Yeyock fue atacada hace un mes cuando dos hombres católicos fueron asesinados a tiros, una atrocidad que tuvo lugar casi exactamente un año después de que militantes Fulani asesinaran a doce cristianos durante la celebración de la Vigilia Pascual en su iglesia.
Refiriéndose a la tensión en su parroquia y en toda la región, el padre Yeyock dijo: “En Asso, los agricultores van a las granjas con miedo y siempre en grupo (…) Las familias en duelo se han hecho a la idea de que los ataques de los pastores Fulani ocurren con frecuencia en Asso, pero ningún lugar está a salvo.”
El padre Yeyock agregó: “Resulta lamentable que los autores de estos crímenes atroces sean conocidos por el gobierno de Nigeria y también quienes que los patrocinan y, sin embargo, no se tome medida alguna.”
También destacó que los militantes Fulani reciben entrenamiento militar en el extranjero antes de atacar a los cristianos: «Después de las noticias de los últimos ataques, los nigerianos han cuestionado la versión anterior del gobierno federal que muy a menudo ha dicho al mundo que se trataba de un enfrentamiento entre los pastores y los agricultores (…) “Ahora resulta evidente que hay más de lo que parece… Se trata sencillamente de una yihad religiosa encubierta.”
Según algunas informaciones, el gobernador interino del estado de Benue, Benson Abounu, dijo que el ataque del pasado 24 de abril demuestra que el colapso de seguridad había “ido más allá de [una] crisis entre agricultores y pastores.”