“A los cristianos nos están persiguiendo, y, desde hace meses, los Obispos venimos denunciando lo que ocurre en Burkina Faso, pero nadie nos escucha. Es evidente que prefieren proteger sus propios intereses”. Esta es la reacción de Mons. Justin Kientega, Obispo de Ouahigouya, tras el enésimo ataque contra los cristianos de ayer en Burkina Faso. Los terroristas atacaron una iglesia protestante en Hantoukoura, en la region de Fada N’Gourma, cerca de la frontera con Níger, matando a 14 fieles.
“El ataque no ha sido reivindicado por nadie, como tampoco lo han sido los precedentes”, ha afirmado el Obispo, “y, por lo tanto, no sabemos si se trata de uno o más grupos. Lo que sí sabemos es que están llevando a cabo una propaganda islamista e intentando provocar un conflicto entre religiones en un país en el que cristianos y musulmanes siempre se han llevado bien”.
Mons. Kientega ha señalado cómo los autores de estos crímenes tratan de infundir terror en la comunidad cristiana, entre otros, para apoderarse de sus tierras y bienes. De hecho, como resultado de la violencia, muchísimos cristianos han abandonado sus hogares y hay miles de desplazados de los que se ocupa la Iglesia.
Desde principios de año, más de 60 cristianos han sido asesinados en Burkina Faso, frente al desinterés más absoluto de Occidente. El prelado informa de que esta indiferencia también se puso de manifiesto en un reciente encuentro de las Conferencias Episcopales de Burkina Faso, Níger, Mali, Costa de Marfil y Ghana, que tuvo lugar en Uagadugú, la capital de Burkina Faso. “Nos preguntamos cómo es posible que mucha gente no conozca nuestra situación, que los Gobiernos y los medios de comunicación occidentales no informen sobre ella. Es evidente que muchas potencias occidentales tienen interés en que la violencia continúe y que, para ellas, sus beneficios son más importantes que nuestras vidas”.
Mientras tanto, cada vez más, los cristianos de Burkina Faso son víctimas de violencia, y “el nivel de inseguridad sin precedentes”, según lo describe Mons. Kientega, también limita considerablemente la acción de la Iglesia, cuyos sacerdotes ya no pueden acudir a los pueblos para atender a sus fieles.
Ante esta dramática situación y a través de la ACN, Mons. Kientega lanza este llamamiento a la comunidad internacional: “El mundo debe dirigir su atención a lo que está sucediendo en Burkina Faso, y las potencias occidentales deben detener a quienes cometen estos crímenes, en lugar de venderles las armas que también utilizan para matar a cristianos. Somos perseguidos, pero mantenemos nuestra confianza en el Señor y esperamos que pronto todo esto termine. Gracias a todos por vuestras oraciones”.