La Diócesis de Xingu-Altamira abarca un área enorme en la región amazónica: con sus más de 247.000 kilómetros cuadrados es un poco más grande que Gran Bretaña, al tiempo que está escasamente poblada por poco más de 360.000 habitantes. Grandes zonas de la diócesis están cubiertas por la selva tropical.
Algunos de sus habitantes proceden de otras zonas de Brasil, de donde emigraron expulsados por grandes terratenientes o empresas mineras, o por la construcción de la presa de Belo Monte. Los problemas sociales como las familias desestructuradas y el consumo de drogas y alcohol están muy extendidos. Pero también hay muchos habitantes que pertenecen a tribus indígenas asentadas en la selva.
Casi el 70 por ciento de la población es católica. La diócesis está dividida en tan solo diez parroquias, y una de ellas es la de San Francisco Javier, que abarca numerosos pueblos. Cuarenta de ellos se encuentran a orillas de los ríos en la selva y solo se puede llegar a ellos por agua. Allí, la pastoral supone un desafío grandísimo, pues los fieles esperan recibir los sacramentos, una instrucción en la fe y ayuda con sus problemas específicos.
A algunas de estas comunidades, los sacerdotes solo pueden visitarlas cada tres meses, a otras, solo cada pocos años. El viaje por río es largo y arduo, y no está exento de peligros. Durante estos viajes, los sacerdotes y misioneros laicos viven varios días en el barco. Los creyentes tratan de mantener viva su fe con la Liturgia de la Palabra, pero también anhelan recibir los sacramentos y ser atendidos de forma regular por un sacerdote.
La pastoral resulta imposible sin barco. La parroquia dispone de uno, pero está averiado, por lo que no pueden utilizarlo. ACN quiere contribuir a reparar el barco con 7.080 euros.
