El Líbano ha sido elogiado frecuentemente por ser la Suiza de Oriente Próximo. Esto se debía en gran medida a su nivel de vida relativamente alto, así como a la convivencia pacífica entre religiones. Pero las secuelas de la guerra civil, el interminable conflicto con Israel y el retroceso económico han llevado el país al caos. A esto hay que añadirle que el flujo de refugiados de guerra sirios, la pandemia de coronavirus y el desastre de la terrible explosión ocurrida en Beirut en agosto de 2020 suponen una gran carga para la sociedad libanesa y también para muchos cristianos del país. Por eso, la ayuda al Líbano fue una de nuestras mayores prioridades.
Hubo un tiempo en el que el Líbano era el único país de Oriente Próximo con una mayoría cristiana. En la actualidad, solo un 34% de los habitantes son cristianos. Y la proporción desciende a una cuarta parte entre los menores de 25 años. Pero los cristianos libaneses gozan de un gran respeto en la sociedad. Las escuelas cristianas son apreciadas por miembros de todas las religiones, y sirven sobre todo para tender puentes entre las distintas confesiones del país.
No obstante, muchos libaneses consideran problemática la gran entrada de refugiados en el país. La guerra en Siria, el país vecino, ha provocado un flujo de aproximadamente 1,5 millones de refugiados hacia el Líbano, un país de solo 4 millones de habitantes. A esto hay que añadirle la presencia de entre 200.000 y 500.000 refugiados palestinos, lo que complica aún más la situación allí.
Muchos cristianos están pensando en abandonar el país. La economía del Líbano está por los suelos y hay una gran inflación y un alto nivel de desempleo. La supervivencia de las escuelas católicas también es incierta, ya que estas tienen dificultades a la hora de hacer frente a los salarios de los maestros. La falta de una educación escolar cristiana para los niños podría suponer un motivo adicional para emigrar. La crisis comenzó en 2019, cuando decenas de miles de personas salieron a la calle para manifestarse contra la corrupción y la mala gestión del gobierno.
Muchos cristianos están pensando en abandonar el país.
La moneda libanesa perdió más de un 80% de su valor en menos de un año, y los precios de los alimentos básicos se han multiplicado por cuatro. Según los datos de las Naciones Unidas, más del 55% de la población libanesa vive actualmente en la pobreza, un porcentaje que casi duplica el del año precedente. Estas personas deben luchar diariamente para satisfacer sus necesidades básicas. Pero el deseo de emigrar que muchos tienen no solo se debe a la mala situación económica, sino también a la sensación de inseguridad permanente provocada por la constante crisis con Israel.
Por eso, nuestra fundación considera su tarea más urgente ofrecer esperanza y perspectivas de futuro a los cristianos del Líbano para que estos no tengan que abandonar su país. Para muchos fieles, la Iglesia es el centro de su vida. Y queremos reforzarlo permanentemente.
En 2020, nuestra ayuda incluyó además el apoyo a la formación sacerdotal y la facilitación de estipendios de Misas, los cuales son una contribución esencial al sustento de los sacerdotes necesitados. En total, en 2020 apoyamos al Líbano con un total de aproximadamente 3,9millones euros.
La explosión nos ha dejado sin nada en cuestión de segundos.
Una mujer de Beirut que lo ha perdido todo.
Por si el Líbano no tuviera suficientes cargas que soportar, el 4 de agosto de 2020 se produjo otra catástrofe de dimensiones inconcebibles en el país que dejó en estado de shock no solo al Líbano, sino al mundo entero: la explosión en el puerto de Beirut fue el desastre nacional del pasado año, e hizo que la situación en el país empeorara considerablemente. Según los informes oficiales, explotaron 2.750 toneladas de nitrato de amonio.
La potente detonación desencadenó una onda expansiva que se propagó circularmente a la velocidad del rayo y, como si de una bomba atómica se tratase, provocó el levantamiento de una nube de humo con forma de hongo sobre la superficie del puerto. Casi 200personas murieron, y hubo 6.500 heridos. La explosión también causó la destrucción de casi 100.000 edificios y dejó sin hogar de golpe a varios cientos de miles de personas.
Con su ayuda volveremos a levantarnos de entre las ruinas
Hermana Nicolas Akiki, directora del hospital del Santo Rosario de Beirut
La detonación producida en la capital libanesa se considera una de las explosiones no nucleares más potentes de la historia de la humanidad. Beirut ha quedado totalmente arrasada y, con la ciudad, todo el país. La vida cristiana en la capital también se ha visto profundamente afectada a causa de la catástrofe. Aproximadamente un 80% de la superficie de Ashrafieh, el barrio cristiano de la capital, sufrió graves daños por la explosión.
La parte del barrio cristiano que estaba más cerca del puerto parece haber desaparecido de la faz de la tierra. Cientos de familias cristianas han perdido sus hogares y sus medios de subsistencia. Numerosos hospitales y centros sanitarios católicos deben ser reparados urgentemente, así como iglesias y conventos. En los días siguientes a la explosión, ACN ofreció una ayuda inmediata de 250.000 euros para la manutención de las 5.000 familias más afectadas. A las personas que se quedaron sin hogar se les facilitaron alimentos y artículos de primera necesidad para aliviar las caren-cias más acuciantes. Un mes después de la explosión, delegados de ACN viajaron a Beirut para determinar las necesidades más urgentes de reconstrucción Junto a los colaboradores locales ACN visitó 23 lugares, entre ellos iglesias, conventos tanto de hermanas como de monjes y otros edificios eclesiales que habían sido gravemente afectados por la explosión. Mediante entrevistas con los obispos de los distintos ritos y confesiones, nuestros delegados pudieron hacerse una idea fidedigna de la infraestructura destruida y de las necesidades más acuciantes de los cristianos. La explosión del 4 de agosto arrasó casi todos los edificios de la zona del puerto.
Hemos podido ampliar nuestra ayuda al Líbano con 5 millones de euros
La iglesia maronita, considerada la mayor iglesia del Líbano, sufrió graves daños. Pero también numerosos edificios de otras confesiones cristianas, como la católica griega, la latina y la Iglesia ortodoxa, resultaron gravemente dañados. ACN ya ha aprobado el envío de ayuda específica para su reconstrucción. La devastación fue de tal magnitud que tuvimos que ampliar nuestro presupuesto de ayuda al Líbano con 5 millones de euros. Los 16 primeros proyectos de reconstrucción, con un coste total de más de 2,65 millones de euros, se autorizaron poco después. Entre los proyectos cuyo apoyo ya ha sido aprobado por nuestra organización se encuentra el de la emblemática Iglesia grecomelquita de El Salvador, construida en 1890 y situada a las puertas del barrio cristiano derruido. Su reconstrucción es un signo alentador de esperanza para los cristianos de la zona. También se reparará totalmente la Catedral maronita de San Jorge, otro símbolo importante para los cristianos del Líbano de que hay futuro en este país.
ACN apoya al “Comedor de San Juan el Misericordioso”
En 2020 seguimos ofreciendo ayuda humanitaria a los refugiados sirios en el Líbano. Así, apoyamos con 700.000 euros al “Comedor de San Juan el Mise–ricordioso”, un centro ubicado en la ciudad de Zahlé cerca de la frontera siria que ofrece dia-riamente una comida caliente a unos 1.000refugiados sirios y –cada vez con mayor frecuencia– también a personas necesitadas del propio país. ACN colabora con este proyecto desde 2015. El comedor no solo proporciona alimento para el cuerpo; las personas que acuden también reciben consuelo y calor humano por parte de los trabajadores. Además, en 2020 ACN volvió a ayudar a los refugiados sirios con subsidios económicos para sufragar gastos escolares y asumió los costes de tratamientos médicos necesarios.