Obispo de Bunia: “Necesitamos apoyo para sacerdotes desplazados”
Tras el brutal ataque perpetrado la noche del 26 al 27 de julio en la localidad de Komanda, en el noreste de la República Democrática del Congo, la Iglesia local ha alzado su voz en condena y dolor. El atentado, ocurrido alrededor de las dos de la madrugada en la parroquia Bienheureuse Anuarite, en el territorio de Irumu (diócesis de Bunia), se saldó con decenas de víctimas mortales, muchos de ellos jóvenes cristianos.
Según los organizadores, los jóvenes se habían reunido para orar y celebrar los 25 años del movimiento Cruzadas Eucarísticas. En el momento del ataque, estaban en la sala parroquial, después de una vigilia, preparando la animación de la misa de clausura del evento prevista para la mañana siguiente. Los atacantes asesinaron a 37 jóvenes e hirieron gravemente a otros seis. Cuatro lograron huir. “La vida humana es sagrada y no debe ser destruida así”, afirman en un comunicado las Cruzadas Eucarísticas.
Apoyo para los sacerdotes desplazados
En conversación con Aid to the Church in Need (ACN), el obispo de Bunia, Mons. Dieudonné Uringi, describió el profundo impacto emocional que ha dejado la masacre: “Mucha gente ha quedado traumatizada. Cuando los adultos se enteraron, acudieron de inmediato para ver lo que había pasado”.
La comunidad entera sigue conmocionada tanto por la brutalidad del ataque como por el hecho de que los responsables aún no hayan sido detenidos. El obispo lamentó también la falta de reacción de las fuerzas del orden: “La policía y los militares no estaban lejos, pero no actuaron a tiempo. Deberían haber intervenido más rápidamente para proteger a la población”.
Aunque no existen tensiones confesionales entre cristianos y musulmanes en la región, Mons. Uringi denunció la presencia continua de grupos armados: “No hay conflicto entre comunidades. El problema son los rebeldes provenientes de Uganda que operan desde hace años en los alrededores”.
A pesar del clima de inseguridad, el obispo continúa visitando comunidades remotas; incluso en medio del miedo, la Iglesia no abandona a su pueblo: “Esta misma tarde debo recorrer más de 60 kilómetros hacia una zona minera en plena selva, como ya lo hice en junio y julio. Lo hago cada mes para administrar el sacramento de la confirmación”, dice durante la conversación con ACN.
El obispo también pidió a ACN apoyo para los sacerdotes jóvenes desplazados por la violencia: “Muchos han debido abandonar sus parroquias y buscar refugio en Bunia. Los acogemos, pero no tenemos medios para sostenerlos. Sería un gran alivio recibir ayuda como otras veces de su institución para acompañarlos en este momento”.
Investigación para que haya justicia
Por su parte, la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) expresó en una declaración oficial, emitida el 28 de julio, su consternación y repudió lo que calificó de “masacre odiosa” perpetrada contra fieles inocentes.
“Esta enésima masacre ha ocurrido en una de las provincias que lleva bajo estado de sitio durante varios años, con presencia de la operación conjunta de las fuerzas armadas congoleñas (FARDC) y ugandesas (UPDF), además de la MONUSCO. En estas provincias estamos presenciando los asesinatos y secuestros”, lamenta el comunicado.
La indignación es aún mayor porque “no se ha ofrecido ninguna explicación creíble que tranquilice a la población” sobre la identidad de los atacantes. Los obispos se preguntan por qué, a pesar de tantos años de masacres, las autoridades no logran identificar con claridad a los responsables. “¿Alguien habla de los islamistas de las ADF, de los terroristas de las ADF/MTM ISCAP? ¿Tienen estos asesinos en serie algún cometido? ¿Quién se beneficia de estos crímenes perpetrados durante años contra ciudadanos pacíficos?”, preguntan los obispos. Asimismo, piden “una investigación exhaustiva y satisfactoria sobre la tragedia” para que se haga justicia.
Según la declaración, este trágico suceso se produce tan solo una semana después de la profanación de la iglesia parroquial de Lopa, en el mismo territorio diocesano.
ACN reafirma su compromiso con la Iglesia en la República Democrática del Congo, país que está entre los diez que más ayuda reciben de la fundación, y pide oraciones por las víctimas de este atentado, por sus familias y por toda la comunidad cristiana de Bunia.
Por Maria Lozano.