Nigeria, el país más poblado del continente africano, está en guerra

Los socios de proyectos de Aid to the Church in Need (ACN) denuncian condiciones de guerra y la inacción del Estado nigeriano

Durante las celebraciones del funeral a principios de junio del sacerdote católico, Alphonsus Bello Yashim, asesinado en Malfunashi, altos representantes eclesiásticos denunciaron la situación actual en el norte de Nigeria. En su sermón, Mons. Matthew Man-Oso Ndagoso, arzobispo de Kaduna, dijo: “Nuestro país está en guerra debido a fanáticos religiosos, bandidos, secuestradores, terroristas, pastores armados y oportunistas que son criminales en el verdadero sentido de la palabra. Matan y mutilan a nigerianos inocentes independientemente de su religión, etnia u orientación política».

El sacerdote de 33 años pertenecía a la arquidiócesis de Kaduna pero trabajaba en la diócesis de Sokoto, donde fue asesinado el 21 de mayo en un ataque nocturno. El párroco emérito Joseph Keke (75), secuestrado durante el ataque, fue liberado el 3 de junio.

El obispo de Sokoto, Matthew Hassan Kukah, se expresó aún más duramente en su sermón durante el velatorio del padre Bello. En ningún lugar del mundo hay tanta gente inocente «asesinada en público sin consecuencias», dijo. Kukah describió la respuesta que está dando el Estado a la población nigeriana con estas palabras: “Los ciudadanos están solos. Mantener su seguridad no es nuestra prioridad. Los bandidos extranjeros u otros criminales pueden venir a voluntad, matarte, saquearte, violarte, secuestrarte y asesinarte».

Alphonsus Bello Yashim y el párroco emérito Joseph Keke.
Alphonsus Bello Yashim y el párroco emérito Joseph Keke.

El seminario de Kaduna cerrado debido al grave peligro.

El secuestro del padre Joseph Keke y el asesinato de Alphonsus Bello han sido los últimos de una serie de ataques a los que está expuesta toda la población del norte de Nigeria. Kaduna, en particular, es uno de los focos de la violencia. La población cristiana está aterrorizada y la labor de la Iglesia se ve gravemente afectada.

El seminario de Kaduna, que ya fue víctima de un atentado y del secuestro de tres estudiantes y el asesinato de un cuarto seminarista en 2020, decidió enviar a los seminaristas a casa porque la incertidumbre es muy alta. “Tuvimos que cerrar el seminario a toda prisa. La razón: hace poco unos secuestradores se llevaron a 24 estudiantes de una universidad que está muy cerca del seminario. Mataron a cinco de ellos. ¡Queremos evitar que se repita lo que nos pasó en 2020!”, explicó a ACN el padre Habila Daboh, rector del seminario.

Pero la violencia no se está extendiendo solo en la zona norte de Nigeria. La situación de alerta roja se da en todo el país, los ataques están a la orden del día, no solo de islamistas del grupo terrorista Boko Haram o de otros grupos yihadistas, sino también de bandas criminales. Estas bandas secuestran a personas para extorsionarlas y son responsables de saqueos, violaciones y robos de ganado.

Los pastores de la etnia Fulani expanden terror y muerte sin control estatal

En los estados de Benue y Taraba la situación también es dramática. Hay disputas por la tierra entre los miembros de la etnia tiv, en su mayoría agricultores cristianos, y los pastores de la etnia fulani que quieren usar la tierra como pasto para su ganado. En 2018, el gobierno del estado de Benue aprobó una ley contra el pastoreo nómada al aire libre, promoviendo la práctica del sistema de ganadería estable. Esta ley crispó a los fulanis, que desde entonces han matado a cientos de personas en todo el Estado.

El padre Kuha Indyer, misionero espiritano y socio de proyectos de ACN, informa que «pastores fulani están masacrando al pueblo Tiv, los matan con sus cuchillos y con armas modernas como AK47». Hace dos semanas, 36 personas fueron asesinadas en Benue. “Uno de mis familiares también estaba entre las víctimas. Salieron de la nada una mañana y asesinaron a todos en cuestión de minutos”, dice. El padre Indyer también informó que en la diócesis de Katsina-Ala “varias escuelas y parroquias han sido cerradas debido a las actividades de las bandas criminales”.

Otro sacerdote de una parroquia cercana describió la terrible situación que están pasando: “La gente que huía del estado de Taraba simplemente fue arrojada, depositada, en una calle cerca de un mercado y se quedó sin refugio ni comida. Algunos incluso perdieron a sus hijos corriendo para salvar sus vidas.”

El silencio político acrecienta el extremismo y la violencia

Varios socios del proyecto se quejan de la inadecuación y pasividad de los líderes políticos a nivel local y nacional. «A menudo, los líderes de la comunidad llaman a los políticos locales y no se les escucha, a menudo incluso se niega una respuesta», informa el padre Indyer. “El panorama es aterrador, pero seguimos quedándonos con nuestra gente para darles esperanza. Seguimos orando a Dios para lograr la paz”.

El obispo Matthew Kukah habla de una creciente radicalización política que quiere someter a Nigeria a la Sharia: “Está claro por qué matan a nuestra gente y de dónde viene su inspiración. Escuchamos y experimentamos historias de complicidad al más alto nivel”. Esta siniestra situación comenzó cuando “algunos de nuestros políticos decidieron usar la democracia para instalar la teocracia”.

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