La Iglesia católica en Latinoamérica no se salva del azote de la pandemia por el COVID-19. Durante el año 2020 y los meses transcurridos del presente 2021, decenas de sacerdotes en diversos países como Venezuela, México, Perú, Colombia y Bolivia han fallecido por esta enfermedad durante su labor pastoral de socorrer y acompañar a los fieles ante el miedo y el dolor.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) reveló recientemente en un comunicado enviado a la fundación ACN que, desde la llegada del coronavirus a ese país, en marzo de 2020 y hasta la actualidad, 201 de los 2002 sacerdotes presentes en Venezuela contrajeron esta enfermedad y 24 fallecieron a causa de ella.
“La cifra de los contagiados representa el 10% del total del clero venezolano, mientras que los fallecidos a causa del virus retratan el 11,9% de los contagiados, y el 1,2% del total de presbíteros en el país”, señala el comunicado de la CEV.
La CEV afirmó que “quienes ofrecen su servicio a la Iglesia, no están exentos de sufrir la exposición al Covid-19. Aún con las restricciones en los templos y las medidas de bioseguridad, los sacerdotes, priorizando su vocación al servicio de los demás, no han ignorado su misión como ‘médicos del alma’, aún con los riesgos de contagio y posibilidad de muerte que esto implica”.
Según ha sabido la fundación ACN, la situación del clero en México es similar. El Centro Católico Multimedial (CCM) informó que, desde el inicio de la pandemia en el 2020 hasta marzo de 2021, han fallecido 245 clérigos y religiosos por complicaciones del COVID-19. Entre esas muertes se contabilizaron cinco obispos, 221 sacerdotes y religiosos, once diáconos y ocho religiosas.
El CCM señaló en un informe difundido el pasado mes de febrero que entre las diócesis más afectadas son la Arquidiócesis de Guadalajara, la Arquidiócesis de México, la Arquidiócesis de Puebla, la Arquidiócesis de Morelia, la Arquidiócesis de San Luis Potosí, la Arquidiócesis de Toluca y la Arquidiócesis de Tlalnepantla.
También la situación de la Iglesia Católica en Perú ante la pandemia es muy grave. Una de las muertes por COVID-19 que más ha golpeado a la Iglesia local es la de Mons. Luis Armando Bambarén Gastelumendi S.J, Obispo Emérito de Chimbote y expresidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), ocurrida el pasado 19 de marzo. Durante ese mes también falleció por coronavirus el P. Eduardo Peña Rivera, capellán de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) en Piura, una región al norte del país.
En mayo de 2020, se anunció la primera muerte de un sacerdote en Perú a causa de COVID: el P. Guillermo Ramírez Livia, de Congregación del Santísimo Redentor (CSSR) en la ciudad de Lima. El deceso más reciente, el pasado 16 de abril, ha sido el del P. Dergi Facundo, un sacerdote joven que llevaba consuelo a través de los sacramentos a los pacientes que sufrían por esa enfermedad en el norte del país.
Colombia también sufrió la pérdida de un prelado: Mons. Luis Adriano Piedrahita, Obispo de Santa Marta, el 11 de enero de 2021. Según información recibida por ACN, a finales de 2020, en el lapso de dos semanas fallecieron diez sacerdotes jesuitas que vivían en la misma casa, ubicada en la localidad de Chapinero, en Bogotá. Desde abril de 2020 hasta enero de este año han muerto 12 jesuitas en el país.
Otra de las muertes que golpeó recientemente a los fieles en la capital colombiana fue la del fraile franciscano Gabriel Gutiérrez Ramírez, acontecida el 2 de abril. Este fraile conocido como «el ángel de los marginados” debido a su apostolado con las personas en situación de calle y por crear la Fundación Callejeros de la Misericordia.
De Bolivia no hay datos actualizados, pero el portal Información de la Comunidad de Bolivia (Infodecom) indicaba a mediados de 2020 que, hasta esa fecha, habían fallecido 13 sacerdotes por COVID-19. Entre ellos figuraba Mons. Eugenio Scarpellini, Obispo de El Salto. En febrero de este año la epidemia acababa con la vida de otros cinco sacerdotes en la Arquidiócesis de Cochabamba.
“La vida de la Iglesia no se detiene”, afirmó al respecto Mons. José Trinidad Fernández, Obispo Auxiliar de Caracas y Secretario General de la CEV, en el reciente comunicado. El Prelado también pidió a la gente a no perder la esperanza porque “en la vida diaria Dios nos acompaña porque somos templo de Dios, Dios habita en el corazón, no puede haber lugar para la tristeza, la desilusión, el desencanto”.
La CEV agregó en su mensaje que en medio del miedo y el dolor que suscita la pandemia, los fieles buscan “acercarse más a Dios para consolar el espíritu, y los sacerdotes, en consecuencia, procuran responder a esta necesidad fundamental, entregando su humanidad, aunque procurando guardar las prevenciones necesarias”.
Hablando de esta trágica balanza la directora de proyectos de ACN, Regina Lynch, expresó su dolor y su reconocimiento por la labor que esta llevando a cabo la Iglesia: “A pesar de tantas muertes, los sacerdotes y religiosos continúan con su misión de acompañamiento a los enfermos de coronavirus y dan consuelo a los fieles que tanto sufren en los países mencionados y en otros más alrededor del mundo”. Recordó así mismo que “en muchos casos estos sacerdotes y religiosas se contagiaron en su heroica labor de entrega y servicio por los más necesitados, o atendiendo la salud de las almas, algo tremendamente importante porque para nosotros los cristianos no solo cuenta la salud del cuerpo”.
La fundación ACN apoyó en 2020 un total de 146 proyectos por más de 1.5 Millones para ayudar a las iglesias locales a paliar las consecuencias del COVID en Latinoamérica. La fundación incrementó el subsidio a los sacerdotes y las intenciones de misa, apoyando a más de 7.200 sacerdotes.