La Iglesia católica es importante para todo en Pakistán, afirma Reinhard Backes, responsable de los proyectos para la Fundación Pontificia «Aid to the Church in Need», tras visitar recientemente el país para informarse in situ sobre la situación de los cristianos y los proyectos patrocinados por ACN. «Con sus más de 200 millones de habitantes, Pakistán es el sexto país más poblado del mundo», explica tras su regreso. «Por eso, aunque los musulmanes constituyen la mayoría de la población y solo cuenta con un dos por ciento de cristianos, en números absolutos ascienden al menos a tres millones de personas».
Según expone Reinhard Backes, que ha estado por cuarta vez en el país asiático, la iglesia local es una iglesia joven: «La mayoría de los católicos de Pakistán son niños, adolescentes y jóvenes adultos. Sin embargo, la Iglesia no solo es joven por la edad de sus miembros, sino también desde el punto de vista histórico». Lamentablemente, los numerosos jóvenes del país apenas tienen perspectivas debido a la difícil situación social y económica que sufren.
Para los cristianos y las otras minorías religiosas – pero también para los musulmanes – la controvertida Ley de la Blasfemia representa un enorme problema, porque se abusa de ella una y otra vez para perseguir y reprimir a los disidentes, según apunta Backes. Aunque hace unas semanas Asia Bibi, una de las víctimas más conocidas de la Ley de la Blasfemia, pudo escapar de la pena de muerte y viajar a Canadá, después de casi nueve años de penuria, aún hay muchos los cristianos en prisión debido a esta ley. Más de 224 cristianos han sentido en sus propias carnes la arbitrariedad de esta medida desde su introducción en 1986, confirma Backes. «Aunque haya signos de esperanza, los cristianos del país viven siempre con una cierta inseguridad».
El ambiente en este país, en el que el Islam es la religión oficial del Estado, está marcado por la intolerancia religiosa. Una y otra vez hay muertos y heridos en ataques y atentados, según Backes. Particularmente impresionante fue su encuentro con jóvenes que presenciaron un grave ataque contra dos iglesias cristianas en Lahore hace cuatro años: «Sakinder estaba en una de las iglesias para rezar y perdió un ojo en las explosiones. Antashia estaba cantando en el coro durante la Misa. Cuando salió, se encontró con cadáveres destrozados por la calle. Qandeel me contó que, a pesar de los fuertes ataques, la comunidad está ahora más unida que antes; muchas personas se han inscrito en el servicio de seguridad. Todos lo hacen voluntariamente y están orgullosos de servir a la iglesia».
Durante su viaje por el país, Reinhard Backes visitó numerosos proyectos que ACN ha financiado en los últimos años. Entre estos se encuentran el Centro Pastoral Joti en Mirpur Khas, en la diócesis de Hyderabad, y la parroquia de San Pedro en Jhugian Jhuhid (Archidiócesis de Lahore), donde viven ahora los católicos que fueron expulsados por la fuerza de la llamada Colonia Joseph en 2013. ACN está ayudando a construir allí una nueva parroquia.
Según Reinhard Backes, una fuente irrenunciable de esperanza y confianza—Pakistán es un país marcadamente patriarcal— es el compromiso de las mujeres cristianas: «en muchos lugares, las religiosas realizan una labor pastoral y social de enorme importancia». Como ejemplos menciona a las Hermanas de la Madre Teresa en Faisalabad o a las Franciscanas en Dar-ul-Sukun, una institución social cuyo nombre significa «casa de paz y caridad». Allí, una monja de Karachi atiende con gran entrega desde hace 50 años a niños desatendidos. «Se ocupan de los más débiles de la sociedad, de los huérfanos y de las personas con discapacidad física o mental. Estas iniciativas que impulsan los cristianos en todas las diócesis, son llevadas a cabo principalmente por mujeres», explica Reinhard Backes, para quien Pakistán no es sólo el país del miedo y la violencia, sino también de la esperanza y la caridad.
Solo en los dos últimos años, la Fundación Pontificia Aid to the Church in Need ha financiado casi 100 proyectos en Pakistán, con un total de más de 1,5 millones de euros, incluyendo en particular la ayuda para la construcción de iglesias y otras instituciones eclesiásticas, el apoyo a sacerdotes, seminaristas y religiosas, así como para la adquisición de libros cristianos.