La Cartago en la época de los fenicios – el Túnez de hoy – es el lugar que más mártires ha dado a la Iglesia después de Roma. En el siglo XXI se ha convertido en una iglesia “muy frágil”, según explica monseñor Ilario Antoniazzi , arzobispo de Túnez, en una entrevista con María Lozano durante su visita a la fundación internacional Aid to the Church in Need.
¿Cómo es la situación en Túnez ocho años después de la llamada primavera árabe?
La primavera árabe dió muchas esperanzas de libertad y bienestar. Pero no había ningun líder que pudiera decirle al pueblo cómo hacerlo. Eso decepcionó a la gente. Para muchos, el futuro parece incierto. La gente de hoy aspira a tener más trabajo y seguridad para recuperar la tranquilidad. En relación a la situación de la Iglesia, la verdad es que no nos podemos quejar. Podemos hacer lo que queremos dentro de la Iglesia e ir a cualquier parte sin pedir permiso. Somos libres y eso es bueno.
¿A que ser refiere cuando dice que son libres? ¿En qué aspecto porque la acción de la Iglesia está muy limitada?
Nos regimos bajo un modus vivendi, el acuerdo suscrito en 1964 entre la Santa Sede y Túnez bajo la presidencia de Habib Bourguiba. Con anterioridad se expulsó al ejército francés de Túnez. Se consideraba que la Iglesia era como el “brazo largo” de Francia, de los colonizadores. Y así se confiscaron casi todos los bienes de la Iglesia en Túnez. Teníamos 125 iglesias, de las cuales han quedado cuatro. Esto ha hecho que la Iglesia sea frágil, pero al mismo tiempo nos ha servido para algo… ha aumentado nuestra fe. Al no poder contar con el apoyo de los hombres y al no tener nada, estamos obligados a pensar en Dios y a pedirle a Él todo lo que necesitamos y que nos dé la fuerza para trabajar en la situación en la que nos encontramos actualmente en Túnez. Nuestro modus vivendi tiene aspectos negativos para la Iglesia, pero al mismo tiempo le ha forzado a enfocarse en lo esencial, lo espiritual.
Pero siendo que el 99% de la población es musulmana y la Iglesia vive una situación muy frágil. ¿Qué es lo que hace la Iglesia en su país?
Somos simplemente misioneros. El misionero es alguien que da testimonio de la presencia de Cristo donde no está, donde no es conocido. En Túnez Cristo no es conocido, todos los cristianos son extranjeros: estudiantes, la mayoría de la África subsahariana, o empresarios que han venido a trabajar a Túnez. Nosotros tenemos que darles apoyo y acogida a ellos, y es algo que no siempre es fácil porque nunca se oyen las campanas, todas las actividades de la Iglesia están dentro de la iglesia, no ven nada fuera de la iglesia. No es fácil ponerse en contacto con ellos, pero una vez que lo conseguimos, forman parte activa de la Iglesia en Túnez y contamos con entre quince y veinte mil cristianos. No es fácil tener estadísticas porque, por ejemplo, los estudiantes una vez que han terminado sus estudios se van y llegan otros. Calculamos que cada año, perdemos un cuarto de nuestros fieles, pero llega otro cuarto. Eso quiere decir que cada cuatro años cambiamos completamente el número de fieles que están con nosotros. Por esto no es fácil hacer un proyecto a largo plazo en la Iglesia, o con la Iglesia, porque los que empiezan un proyecto casi nunca lo terminan y los que llegan no saben de qué se trata. No hay una estabilidad y eso es una dificultad adicional para nuestra Iglesia.
Pero las raíces de Túnez son cristianas. Eso se tiene que ver y palpar, ¿no?
En Túnez se decía la misa en latín antes que en Roma. El cristianismo llegó a Túnez en los primeros siglos de la Iglesia, recordemos a San Cipriano, a San Agustín o todos los mártires que tuvimos en Túnez. Después de Roma, la ciudad que más mártires ha dado a la Iglesia es Cartago, es decir, Túnez. El país contaba con unos 120 obispos y el obispo de Cartago era considerado el Primado de África, que tenía autoridad sobre todos los obispos de África. Por supuesto, hoy en día ya no hay 120 obispos. Soy el único obispo en Túnez porque, poco a poco, Túnez ha abandonado la fe y hoy la gente es completamente musulmana.
No podemos ver el futuro, pero algunos piensan que en cien o doscientos años Europa podría también perder la fe y vivir una situación similar al norte de África. ¿Qué cree que podemos hacer para que esto no ocurra?
Es verdad que Europa está en peligro. Pero no porque los musulmanes sean intrusos, sino porque no apreciamos la fe que tenemos. Miremos cómo lo hacen los musulmanes, el día de oración, todo el mundo va a la mezquita. En nuestro país, las iglesias están vacías. Los musulmanes tienen hijos, en cambio los cristianos siempre somos menos. Poco a poco nos estamos suicidando por la falta de fieles, por la falta de hijos. Basta con ver nuestras iglesias en Europa, la gran mayoría de los que rezan tienen 60 años o más. ¿Dónde está la juventud?
Otro factor es la falta de sacerdotes. En Europa la edad media de los sacerdotes suele ser también cada vez más alta. ¿Cómo es la situación en su país?
Soy quizás el único obispo del mundo que se queja de que los sacerdotes son demasiado jóvenes. En mi clero en este momento tenemos dos o tres sacerdotes de 90 años, después de ellos el sacerdote más viejo tiene 45 años. Nos faltan sacerdotes más mayores, que tengan un conocimiento histórico de Túnez, de la sociedad, de la Iglesia y de todo. Esto es algo que nos falta. También para su labor de guía a las hermanas, a los otros sacerdotes… es necesario que algún sacerdote tenga una experiencia religiosa, pastoral y de todo.
¿En Túnez todas las religiosas y los sacerdotes son misioneros venidos de fuera?
Sí. No hay sacerdotes tunecinos, tanto las religiosas como los sacerdotes vienen de congregaciones. La mayoría vienen para hacer una misión de 5 a 10 años y luego regresan a su país. Nos falta una presencia fija de sacerdotes.
Caritas tiene un papel importante no sólo para los cristianos…
Caritas no es un ‘movimiento’ de la Iglesia, algo que pertenece a la Iglesia. Para nosotros Caritas ES la Iglesia. Y una gran responsabilidad. Con su ayuda, todo lo que hacemos puede alcanzar a las familias, a la sociedad, allí donde un sacerdote ni una religiosa pueden llegar. Por lo tanto, Caritas es considerada como la Misionera de la Iglesia. Da el testimonio de Cristo. De un Cristo que ama, que ayuda a la gente a través de todas estas personas que trabajan en Caritas. Cuando uno llega, nunca le preguntamos cuál es su religión, pero sí cuál es su dolor. Que sea cristiano o no, es algo que no importa para Caritas. Tenemos cristianos, la mayoría africanos que vienen, pero también muchos tunecinos. Y tenemos actividades en barrios de Túnez donde el 100% son musulmanes, y estamos allí para ayudar a las mujeres a aprender a hacer trabajos, por ejemplo a hacer dulces para que puedan llevar una vida independiente. Una vez que saben cómo hacer un trabajo, pueden ganar dinero y vivir una vida más digna.
Qué diría a los benefactores de ACN?, ¿qué podemos hacer por Túnez, para ayudarle en su labor de obispo?
Tenemos una iglesia frágil, porque su actividad es muy limitada, frágil también por la cuestión de la subsistencia, porque todo lo que teníamos fue tomado. Así que para cualquier cosa que necesitemos tenemos que pedir ayuda del exterior. Ayuda a la Iglesia que sufre tiene un papel muy importante para nosotros, para garantizar que podamos continuar nuestro trabajo y nuestro apostolado, especialmente en medio de este pueblo que necesita un testimonio. Estar allí significa dar testimonio de Cristo con la propia vida y no sólo con palabras. Es mostrar a través de nuestra conducta quién es Cristo, un Cristo que ama, un Cristo que perdona. Los tunecinos nunca tendrán un Evangelio en sus hogares, pero nosotros somos el Evangelio que ellos pueden leer a través de nuestra conducta. Entonces toda ayuda que nos llega de ACN hace posible que demos testimonio con nuestra vida de quién es Cristo. Luego es Él quien da la Gracia que toca a los corazones, no nosotros. Me gustaría agradecer a ACN por toda la ayuda que nos presta. Porque nos ayuda a mantenernos en pie, nos ayuda a continuar nuestra misión.