El carácter universal de la Iglesia no puede representarse de forma más clara: dos religiosas nigerianas de la orden fundada en México de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento se trasladan a Rusia para apoyar en la pastoral y la catequesis al Obispo de la Diócesis de Saratov, Mons.Clemens Pickel, procedente de Alemania.
Pero, primero, Anastesia Ndubuisi y Cordelia Enwereuzo tienen que aprender ruso. “Están progresando”, dice Mons. Clemens Pickel, quien recuerda cuán asustadas estaban al ver por primera vez la niebla y la nieve. La diócesis es un cosmos en sí mismo, pues la mayoría de las 61 religiosas de diferentes comunidades vienen del extranjero, “desde Argentina hasta Filipinas”.
![Una parte del cosmos de Saratov: Mons. Clemens Pickel con las religiosas procedentes de todo el mundo.](https://media.acninternational.org/wp-content/uploads/2019/11/WEBSITE_gallery_3.jpg)
Muchas vienen de Polonia, algunas de Rusia misma, algunas vivieron ellas mismas los tiempos de la Iglesia clandestina bajo la dictadura de los comunistas, y entre las jóvenes mujeres rusas “la radical decisión por Cristo no guarda relación con la tradición familiar, pues no había tal. Allí solo estaban la llamada de Dios y un corazón abierto”. “Se les puede encomendar cualquier tarea”, dice Mons. Clemens con un dejo de admiración. “La catequesis, la pastoral infantil y juvenil, las visitas a los enfermos, el cuidado de los ancianos y también en la sacristía. Yo noto inmediatamente cuándo una religiosa ha preparado la Misa. Realmente hay que esforzarse para emularlas en su entrega a Cristo en las pequeñas cosas”. Sin la ayuda de las religiosas extranjeras, una de las mayores diócesis del mundo no funcionaría.
![Sister Maria Šalaboda.](https://media.acninternational.org/wp-content/uploads/2019/11/WEBSITE_gallery_2-6.jpg)
En ella hay que viajar mucho, y sus 20.000 católicos representan un 0,04% de sus 45 millones de habitantes. Para ellos y también para muchos otros cristianos, Anastesia y Cordelia aprenden ruso. Pero no pueden pagarse las clases de ruso (3.000 euros) ni ellas ni las demás Hermanas pueden ganarse el sustento. “Ayuda a la subsistencia es la denominación correcta”, dice Mons. Pickel, pensativo… y es que de ellas depende también la subsistencia de la diócesis. Nosotros contribuimos con 35.000 euros.